Miguel se quedó petrificado de repente, su mente daba vueltas como si fuera un carrusel. Apretó los labios por un segundo, buscando las palabras adecuadas; luego, los abrió queriendo explicar que todo aquello no había sido más que palabras dichas en un momento de enojo, pero Sofía levantó la mano, con esa firmeza serena que se estaba esforzando por retener, interrumpiéndolo sin levantar la voz.El gesto de ella fue claro, no deseaba escuchar ninguna de las excusas que él estaba listo para dar, no deseaba escuchar sus justificaciones. No cuando ella sentía que solo la lastimaría y que ya no tenía sentido seguir aferrándose a alguien que no la ama.—No te preocupes por eso, no es nada importante —murmuró, casi como si hablara consigo misma—. Lo que dijiste aquel día… o las otras veces, en realidad, no es nada, estoy bien con eso.Se giró hacia el ramo que estaba preparando, como si el tema se hubiera quedado completamente en el pasado, pero esa calma de Sofía fue como un latigazo con es
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