El set de MØRE fue una hora eléctrica, agotadora, de energía contagiosa y desbordante. Entre tantas novedades que lo tenían cavilando, Stu no dejó de advertir que la nueva formación sonaba mucho mejor que la original, y que C justificaba la respuesta entusiasta de la gente.El contador del stream acabó en casi diez mil espectadores, superando con creces el pronóstico de Finnegan. En total habían tocado para el equivalente a un estadio mediano completo.Cuando terminó el festival, Finnegan cerró la transmisión para poner música, O’Rilley trajo más cerveza y Stu ya había dado cuenta solo de un tercio de la botella de vodka e iba por más.—Bien, tenemos un cuento por terminar —dijo el guitarrista como si nada—. ¿Stu?—Termínalo tú —gruñó él, hundido en su sillón&md
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