Palabras InesperadasLa habitación era amplia, con una mezcla perfecta entre el orden minimalista que él prefería y los detalles acogedores que ella amaba. Las paredes, en tonos marfil y terracota, estaban decoradas con cuadros de paisajes marinos y retratos en blanco y negro. Frente a la cama, una gran ventana de arco dejaba entrar la luz de la luna, proyectando reflejos plateados sobre las cortinas de lino.El espacio para Serena, junto a la ventana cercano al estudio, conservaba el toque artístico que la definía: flores frescas, plumas, cuadernos abiertos con recetas y bocetos. En el otro extremo, una vitrina de madera oscura exhibía botellas de vino y algunos trofeos antiguos que Dante se negaba a guardar.La cama -enorme, elegante, con sábanas de lino y cabecera tapizada en terciopelo gris- parecía el punto de equilibrio entre ambos mundos. Serena lo miró todo con una sonrisa de
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