Cuando Jorge me escuchó, se quedó tan atónito que se le olvidó saludar a mi padre, a mi hermano y a Elena, que acababan de regresar.Se apresuró hacia mí y me agarró, con una expresión de incredulidad en su rostro.—Clara, ¿de verdad le darás la villa a Elena?Eso me confundió.Siempre habían estado del lado de Elena, dándole todo lo que ella quería, como si pudieran bajarle las estrellas del cielo.Si yo alguna vez me oponía, nunca me prestaban atención.Entonces, ¿por qué en aquel momento, cuando yo le estaba dando a Elena la villa que simbolizaba los días más puros de mi amor con Jorge, ellos eran los que no lo podían entender?Mi padre y mi hermano se amontonaron alrededor de mí.La mano de mi padre cayó sobre mi hombro, con tanta fuerza que me hizo tambalearme.—Clara, yo sabía que eras la más amable y generosa —dijo, con una voz cargada de emoción—. No te preocupes, solo le estamos prestando la casa a Elena por un tiempo. Cuando fallezca...Mi hermano tomó la mano de Elena, con l
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