Isabel se mantenía a corta distancia, vestida con un vestido blanco puro, luciendo frágil y delicada.No era Sofía.Antes de que Vicente pudiera reaccionar, Isabel se abalanzó sobre él. Él observó la figura blanca entre sus brazos, tensándose casi imperceptiblemente.Vicente la apartó con suavidad, su voz cargada de una distancia calculada. —¿Qué haces aquí?Isabel levantó la mirada, sus ojos brillaban llenos de expectación.—Le pedí a Marcos los detalles de tu vuelo. Vine especialmente a recogerte —se mordió el labio, su expresión tornándose dolida—. Vicente, ¿no te alegra verme?—Claro que sí —dijo Vicente, ajustándose los puños y evitando la mano extendida de ella—. Pero corre mucho viento aquí afuera. Todavía estás débil; no puedes resfriarte.—Gracias al equipo médico que organizaste, estoy completamente recuperada —dijo Isabel, girando, su falda blanca se desplegó como pétalos—. Vicente, si no tienes prisa, ¿puedes ir a algún lugar conmigo? Tengo algo que quiero contarte.Vicente
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