ValenaEl verano parecía eterno en Isla Zafiro. Aunque oficialmente había terminado, el calor persistía como una presencia constante. El aire era espeso, húmedo, cargado de vapor, pero Valena ya se había acostumbrado a esa sofocante rutina. A veces pasaba horas sumergida en la gran tina de mármol de su baño, buscando que su cuerpo encontrara alivio en el agua fresca.Esa tarde, estaba de pie junto al balcón de su habitación, contemplando las olas del mar mecerse suavemente bajo un cielo teñido por el atardecer. Las gaviotas volaban y graznaban a lo lejos, y el sol descendía lentamente hasta fundirse con el horizonte. Su largo cabello rojizo se agitaba con la brisa marina mientras, detrás de ella, la voz de su hermano resonaba con fuerza.Valena Brathen era hermosa. De una belleza que rozaba lo irreal. Era idéntica a su madre: piel blanca como el papel, ojos encendidos como brasas, mejillas que se sonrojaban sin razón aparente, labios gruesos de tono coral, nariz fina, pestañas largas
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