El aroma a café y a madera pulida del estudio de Lion solía ser un bálsamo para Olivia. Hoy, olía a polvo de archivos viejos y a la fría electricidad de la anticipación. Sobre la inmensa mesa de roble, no había partituras, sino un caos ordenado de carpetas, planos arquitectónicos enrollados y tres pantallas que Gabriel había instalado, mostrando flujos de datos financieros y planos estructurales en 3D. El "frijolito", ahora una presencia constante y tranquilizadora en su vientre, parecía encogerse ante la pesadez del ambiente.Lion, de pie frente a las ventanas, no miraba los jardines. Su perfil estaba tallado en granito y tenía la mandíbula apretada. Andrés, inmóvil cerca de la puerta, era un centinela de preocupación silenciosa. Samuel, integrado en un rincón, observaba las pantallas, con sus ojos absorbiendo información a una velocidad sobrehumana.—Esto es todo. —Anunció Gabriel, cerrando su laptop con un clic suave. —La transferencia de acciones es irrevocable. Hale Enterprises,
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