ElizaMe quedé allí, viéndolos alejarse, sonriendo, riendo, eran el trío perfecto. Una parte de mí quiso correr tras ellos, plantarme en medio de esa mentira tan perfecta y gritar que yo era la madre de Andrés, que había construido esa familia desde cero.Pero, ¿para qué?Él la llamó “mamá”, justo frente a mí.Me dolía el pecho de tal manera que creí que iba a desmayarme. Ni siquiera recordaba haber caminado hasta el sofá, pero de alguna forma terminé ahí, y al sentarme, las lágrimas empezaron a caer de nuevo. No eran las lágrimas bonitas como las de una película, no. Estas eran feas, con mocos y sollozos que sacudían todo el cuerpo. Pero al final, el llanto fue amainando hasta que el silencio regresó. Y con él, algo más, una decisión.Necesitaba hacer algo, cualquier cosa, porque no podía seguir viviendo así... llorando, esperando, queriendo. Había renunciado a mis sueños, a mis amigas, a mi carrera y a mi dignidad, por un hombre que prefería apuñalarme antes que reconocer que yo exi
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