Mientras tanto, Alexander seguía inmerso en su oficina, todavía furioso. Esa noticia lo tenía profundamente molesto, impidiéndole concentrarse normalmente en sus numerosos pendientes. El hombre estaba en su escritorio, furibundo, sintiendo la impotencia de no encontrar una solución inmediata. Incluso cuando el departamento encargado de gestionar crisis mediáticas, estaba allí, trabajando a marchas forzadas para desmantelar la infamia, Alexander sabía que no saldría tan fácil de esta, no por el momento. La mancha ya estaba allí sobre los tabloides.Finalmente, Alexander decidió dejar todo de lado. Ya era demasiado tarde en la compañía; ni siquiera había logrado terminar sus tareas del día, pero su mente estaba demasiado ocupada en otra parte para ser productivo. Con un suspiro de exasperación, el hombre se marchó a casa.Llegó al piso, creyendo que Valeria, no sabía nada. Sin embargo, en cuanto cruzó el umbral, la encontró. Valeria estaba allí, sentada en el sofá, con el semblante s
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