La cena en la barra de la cocina llegó a su fin de manera relativamente temprana, una pausa serena en el turbulento día que habían compartido. Los platos, ahora vacíos, fueron retirados por el personal con la misma discreción con la que habían sido servidos. El ambiente, aunque cargado de la promesa tácita que flotaba entre Yago y Nant, se mantuvo ligero y agradecido.Yago, con una cortesía que pocos esperaban del implacable empresario, se dirigió a todo el "pequeño ejército" de la cocina. Su voz, aunque firme, contenía un matiz de aprecio. —Gracias a todos por la excelente cena. Estuvo todo delicioso, como siempre. Su esfuerzo es muy valorado.Luego, su mirada se posó en Albert, quien permanecía a su lado con su habitual postura impecable. —Albert, a ti, un agradecimiento especial por el "ajuste" de último minuto y por la sorpresa del "jugo gringo". Fue un detalle muy… apreciado.Antes de que Yago y Nant se dirigieran a la escalera, Yago se volvió hacia Albert, su expresión volviendo
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