Capítulo 51Gritos. Luces. Pasos.No llevaba ni cien metros en la espesura del bosque cuando algo pesado y violento se estrelló contra su espalda. Un cuerpo. Un brazo alrededor del cuello. Otro sujetándola por la cintura.—¡Mierda! ¡Deténganse, que la tengo!—¡La encontraron! —gritaron detrás de ella.Jazmín forcejeó, pateó, arañó. Pero eran más y más fuertes. Uno la levantó y empujó con brutalidad al piso. La tierra fría le raspó las mejillas. Intentó levantarse, pero Caliche ya estaba ahí.—¡Hija de perra! —gruñó mientras la tomaba del cabello y la levantaba a tirones—. ¿Te crees lista? —pregunta mientras levanta la mano— ¡Dime!¡PAM!La bofetada resonó por encima del murmullo de la selva. Jazmín tambaleó, aturdida, pero no lloró.—¡Habla! ¿¡Con quién estoy hablando!?! ¡Conmigo te callas, maldita! —gritó Caliche completamente fuera de sí.Ella solo escupió sangre al suelo por sus dientes chocando con su mejilla, sin mirarlo.¡PAM! Otra cachetada.Luego el pie de Caliche en su estóma

Capítulo 53Clínica privada – Ciudad de Panamá – 8:45 a.m.Luego de llegar al hangar privado de los Luther arribar en un jet privado, se dedicó a limpiar su rostro y cada herida mientras se dirigían a otro país. No sabía si ella aguantaría un viaje ya largo de regreso a su país así que solo se fueron a un país vecino d donde estaban anteriormente.—Estas bien —le dijo a la inconsciente Jazmín— el médico dice que no es grave, pero que necesitas rayos x y placas para estar seguros.Sabía que ella no respondería, pero se sentía más tranquilo al hablarle, quería que ella lo escuchará a través de su inconsciencia.—El jefe está herido y se niega a atenderse.—No ves cómo ve a su chica, ella va primero. No lo entenderías —se burla su compañeroLos mercenarios no dejaban de cuchichear como viejas chismosas, Ethan su jefe los fulminó con la mirada.—A callar, que no son señoras —les regañó y ellos bajaron miraron al suelo avergonzados.Pero Nathaniel ni los miró solo tenía ojos para Jazmín.E

Capítulo 55Jazmín se puso nerviosa sin saber bien porque, ella no estaba haciendo nada malo, pero no sabía cómo explicar que fue Nathaniel Luther quien la salvó. Era mejor que se quedaran dónde estaban.—No es buena idea, Elías —respondió ella, con suavidad—. Estoy siendo bien cuidada. Tengo médicos y enfermeras las veinticuatro horas. No es necesario que vengas. Mejor cuida de la abuela, que te necesita más.—No, Jazmín. No estoy tranquilo. Quiero estar contigo. Debiste avisarnos —le reclama con preocupación— somos tu familia ahora, estás cubierta.El rostro de Nate se ensombreció al oírlo decir que eran familia.—Elías… por favor —su voz se suavizó aún más—. No sabes lo que esto ha sido. Estoy agotada. Déjame descansar unos días más. Llámame en las noches, escríbeme. Pero quédate con ella, ¿sí? —suplica bajito, tratando de convencerlo— sabes que Rose está delicada, no quiero preocuparme al dejarla sola.Elías la miró por pantalla largo rato, con esa mezcla de amor y frustración que

Capítulo 57El sonido suave del cuchillo cortando la manzana rompía el silencio como un reloj insistente. Nathaniel, con las mangas arremangadas y la mandíbula apretada, peleaba con la fruta como si representara todo lo que no podía controlar. La piel se resistía, resbalosa, perfecta, casi burlona.Jazmín tecleaba en su laptop como si él no existiera. Ni un suspiro. Ni una mirada. Estaba concentrada. O fingía estarlo.Él colocó con cuidado los trozos sobre un platito blanco, como si hacerlo mal pudiera romper algo más que la porcelana.La puerta se abrió.—Traje la cena —anunció George con voz medida, dejando la bandeja sobre la mesita auxiliar.Se detuvo un segundo. La escena frente a él —el hombre más poderoso del planeta cortando una manzana en silencio para una mujer que ni lo miraba— le dejó una punzada en el pecho.El heredero Luther. El hombre más rico del mundo… rebajado a tareas tan mundanas, solo por conseguir una mirada.Un poco triste, la verdad.Pero no lo dijo. Jamás lo

Capítulo 59Llevaban una semana conviviendo en la misma casa, ella normalmente lo ignoraba y el siempre parecía un fantasma, en silencio y presente.Jazmín estaba en el baño, envuelta solo en una toalla, tratando de secar sus cabellos mojados. Había sido un día agotador, y aunque se sentía un poco mejor, aún sus costillas le recordaban que debía cuidarse.Un grito salió de los labios de Jazmín al resbalarse cuando salía, era bueno que se agarrara al toallero y evitara la caída por poco. La puerta se abrió violentamente y apareció Nathaniel, con esa expresión seria y concentrada que tenía cuando se preocupaba por ella.—¿Estás bien? Escuché un grito —dijo, acercando la toalla grande a ella para cubrir su desnudez—. Creo que la necesitas.Ella negó con una sonrisa pícara, con las mejillas ya ligeramente enrojecidas.—No hace falta que entres completamente al baño, Nate.Él sonrió, ladeando la cabeza con descaro. Ya no era Nathaniel o señor Luther, ahora le decía Nate.“Un paso a la vez”