Después de calmarme un poco, volví a la casa que había preparado con tanto cariño para Nelson y para mí. La decoré yo misma, pensando en cada detalle. Quería que fuera nuestro hogar después de la boda.Pero, apenas abrí la puerta, me encontré a Gloria en el sofá, tranquila, con un vestido nuevo, comiendo fruta... instalada como en su propia casa.Mi flor favorita, el jazmín, estaba tirada en el basurero. Y mi taza de cerámica —esa que tanto cuidaba— hecha pedazos, también en la basura. Los cojines, la alfombra... todo lo que alguna vez fue mío, había sido reemplazado por cosas nuevas, al gusto de Gloria.—¿Ivana? ¡Qué bueno que llegaste! —dijo ella sonriendo, con una expresión que mezclaba burla y satisfacción—. Acabo de salir de una cirugía por una fractura. Nelson me dijo que podía quedarme aquí, que era más cómodo que un hotel. Y ya sabes, soy alérgica al polen... así que tuve que tirar las flores. Ah, y lo de la taza... fue un accidente. Se me cayó tomando agua.Esa taza tenía
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