Nelson frunció el ceño al ver la invitación.
—Debe ser otra Ivana. Un nombre común.
—Además —agregó tras una pausa—, la hija de los Santos vivía fuera del país. Y esa familia... está en el top mundial.
Hugo asintió, aunque su expresión no era del todo firme.
—Si Ivana realmente fuera parte de los Santos, lo sabríamos. Alguien habría venido por ella.
Pero en el fondo, una incomodidad sorda le apretaba el pecho.
No sabían por qué... pero algo no encajaba. Como si se les escapara algo importante. Algo que ya no podrían recuperar.
Mientras tanto, en casa de los Santos, yo cenaba con mis padres.
—Señora... no era necesario tanto —dije bajito, mirando la mesa llena.
Elena alzó las cejas y soltó una risa suave.
—¿Señora? —repitió, fingiendo molestia.
Me sonrojé un poco.
—Perdón... mamá.
—Así me gusta —sonrió—. Estás muy flaquita, mi amor. Tienes que comer más.
Se acercó con una cucharita en la mano.
—Ábrela, a ver. Solo un bocado.
A su lado, César ya me había cortado la carne en pedacitos y l