Seth se le adelanto y se metió bajo el chorro de agua sin mirarla, el agua golpeando su espalda en cascada, sus hombros anchos brillando bajo la luz difusa, su piel desnuda resplandeciente provocándole un cosquilleo en el vientre. Ameline se mordió el labio, desnudándose y entrando a regañadientes, intentando ignorar sus pensamientos indecentes, con el vapor envolviéndola mientras mantenía la mirada fija en las baldosas blancas, evitando que sus ojos se encontraran con los de él. La frustración aún la quemaba por dentro, un deseo insatisfecho que hacía que cada roce accidental de sus brazos bajo el agua le enviara un escalofrío por la espina dorsal. Pero el miedo por lo sucedido con el ladrillo pesaba más, un nudo en su estómago que la mantenía alerta, sus manos temblando mientras se enjabonaba con movimientos apresurados. Seth se lavó con la misma urgencia, el jabón deslizándose por su piel mientras el agua caía en ríos sobre su pecho, pero ninguno se atrevía a girarse del todo, l

Seth no durmió esa noche, revisando cámaras e interrogando sospechosos, sintiéndose cerca de encontrar al responsable, y a la vez muy lejos. Acababa de descubrir que había más animosidad hacia Ameline de la que había creído, aparentemente muchos sirvientes habían creído que Mindy sería la señora de la casa, y veían a Ameline como una usurpadora. “Ojala lo fuera, sería más fácil volverla mi esposa, pero en su lugar ella solo quiere escaparse de mí”, pensó Seth con amargura, antes de tomar aire y entrar al almacén que estaban usando para interrogar a los sospechosos. La que tocaba interrogar ahora era una chica de limpieza que lo último disponible de las cámaras captaron yendo en dirección al jardín, pocos minutos antes del ataque, justo antes de esa sospechosa falla de las cámaras. “Esto en parte es mi propia culpa por poner a unos novatos a vigilar las cámaras, se fueron a fumar y cualquiera pudo haber entrado, cualquiera es sospechoso”, pensó enfadado, mirando a la sospechosa