Capítulo 82. El Veneno bajo el Cristal.
**Valentina**París me recibió con una lluvia fina y obstinada, como si quisiera recordarme que aquí todo tenía doble fondo: belleza y dureza, promesas y trampas.La sede de Maison Dumont era un edificio clásico en el Octavo Arrondissement, de fachada blanca impecable y vitrales art déco. Entrar allí era como entrar a una galería silenciosa donde el poder se medía en sutilezas: la temperatura exacta del café, el ángulo de los sillones, el perfume que impregnaba el aire.Gabriel Dumont me esperaba en el último piso, en una sala de reuniones rodeada por cristales esmerilados. Él, impecable como siempre: traje negro de cortes rectos, camisa blanca sin una sola arruga, el cabello gris perfectamente peinado hacia atrás, sus gafas redondas como ojos de inquisidor.—Valentina —dijo, con esa voz suya que parecía caricia y advertencia al mismo tiempo—. Llegas puntual, como toda mujer peligrosa.—Y tú, como todo hombre que se cree el dueño del tiempo —respondí, apenas sonriendo. No estaba allí
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