Capítulo 38. El bar
Isabella sale de la casa Murano con la cabeza palpitando del dolor y el corazón destrozado. Ha soportado muchas humillaciones a lo largo de los años que lleva viviendo allí, pero esta vez, ellos fueron demasiado lejos. Desde pequeña la han tratado como si no valiera nada, como si su existencia fuera una carga, pero hoy… hoy le dejaron claro que jamás la verán como parte de su familia.El aire nocturno está fresco, pero no lo suficiente para calmar la rabia y la tristeza que la consumen por dentro. Ya es tarde, pero no tiene intención de regresar a la mansión Arrabal, al menos no ahora mismo. No quiere enfrentar a Benedict ni a nadie más. Tampoco quiere llamar a Megan. Algo le dice que su amiga no está disponible por culpa de su padre, que siempre estuvo en contra de su amistad con ella. Además, no quiere cargarla con
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