—Amiga, tengo algo urgente que decirte —dice con rapidez Isabella cuando Megan contesta su llamada—. Creo que tengo una pista, una que me lleve a aquel hombre.
Saca la cabeza del armario para asegurarse de que su esposo no haya salido todavía de la ducha y no escuche lo que le está contando a su amiga. No podía esperar más.
—¿Recordaste su rostro? ¿Te dijo su nombre y ahora te vino a la mente? —Megan, quien ya estaba en la cama para ese entonces, se levanta y se pasea por su cuarto, ansiosa por saber más.
Isabella se tensa cuando escucha que la perilla de la puerta del baño se gira de repente.
—No puedo hablar ahora. Te llamaré mañana y te contaré todo &