La iglesia estaba iluminada por la luz del atardecer que se colaba tímidamente por los vitrales, tiñendo las paredes de tonos cálidos: naranjas, suaves, rojos, profundos, violetas.Las velas encendidas titilaban lentamente y todos esperaban, pronto, las novias llegarían.Todo estaba decorado con flores blancas, lirios, rosas y gardenias, todo elegido por Melissa y Ellyn, un olor dulce impregnaba, y había un gran ánimo de que iba a ser una bella boda.Los novios ya estaban de pie en el altar, bajo el dosel de flores, con nerviosismo visible. Federico se acomodaba el saco una y otra vez, su pierna se movía casi imperceptiblemente en un vaivén ansioso.A su lado, Sebastián respiraba profundo, intentando calmar el nudo en su pecho.No era miedo... era todo lo que significaba ese momento, ahora sería el esposo de Melissa, pero… ¿Podría amarla? ¿Podría alguna vez devolverle la felicidad que ella le dio al salvar su vida?De pronto, se escuchó el repicar solemne de las campanas de la iglesia.
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