Y, con gran esfuerzo, extiende sus brazos hacia nuestra Luna. Es su madre, Amonet, que a pesar de estar muy malherida ha acudido a detener a su hija. La Luna Suprema la mira y, para nuestro alivio, deja de lanzar llamas y comienza a descender llorando. Ambos padres la abrazan y desaparecen con ella, dejando un caos detrás. Escuchamos la voz de Bennu:—¡Arriba, todos a reforzar nuestras fronteras ahora mismo! ¡Seremos atacados! ¡No hay tiempo para curarnos! ¡Tenemos que proteger a nuestras familias! El caos aún persiste. La tierra está destrozada, los árboles arrancados, y el aire, cargado de cenizas, nos dificulta respirar. Las heridas en nuestros cuerpos no sanan como deberían. Es como si la explosión magnética de nuestra Luna hubiera despojado a todo ser sobrenatural de su magia regenerativa.Bennu avanza entre nosotros, su mirada feroz y decidida. Tiene sangre en el rostro y una herida en el costado que apenas puede cubrir. Sin embargo, su voz no titubea.—¡Rápido! ¡Levántense! ¡N

Papá suelta un gruñido grave que hace que mi corazón salte. El aire a su alrededor parece vibrar con la fuerza de su rabia contenida, una rabia que no es solo suya, sino también la de Amón.—¿Por qué me dices eso? —pregunto, asustada, con un hilo de voz.—¡Hija, tú aceptaste al Alfa Supremo! ¡Tú aceptaste que él te marcara! Es decir, ¡tú aceptaste ser su Luna! —me reclama, y resuena como un trueno que hace eco en mi pecho.—¡Sí, tú fuiste quien obligó a nuestro Alfa Supremo a marcarnos! ¡Él no quería hacerlo! —interviene Ast en mi mente, molesta, como siempre dispuesta a echar más leña al fuego.—¡Cállate, Ast! ¡Tú estuviste de acuerdo! —le gruño mentalmente, frustrada, y le contesto a papá en voz alta—. ¡

Salgo al encuentro de mi padre, que viene con mi mamá en sus brazos. Ella luce pálida y débil, pero me dedica una mirada que me obliga a guardar silencio. Con un leve movimiento de cabeza, me indica que no debo abrir la boca, que no es el momento de hablar.   Caminamos a través de los largos y oscuros pasillos de las cuevas. Cada paso que doy retumba en mi pecho, no por el ruido, sino por el temor. Puedo sentir la molestia de mi papá llenar el espacio como una presencia viva, un poder que amenaza con aplastar cualquier resistencia. Me inclino hacia atrás, tratando de mantenerme fuera de su aura de furia, pero no hay forma de escapar.  Sus ojos, todavía rojos por la furia descontrolada, brillan como dos llamas vivas. Nunca antes lo había visto tan consumido por la rabia. Es como si estuviera a punto de transformarse completamente, como si el lobo dentro de él estuviera peleando por salir y tomar

Tres hijos. En este momento, todo dentro de mí se convierte en caos. La imagen de su cuerpo débil, en aquel charco de sangre, me ataca sin piedad. Mi mitad, mi compañera, mi todo… ¿arriesgándolo todo de esa manera? Y ahora sé que no solo luchaba por ella. Anker ruge en mi interior, y no sé si es de emoción o de angustia. Está tan confundido como yo, pero su instinto nos guía: protegerlos. A ellos. —Es un milagro que ambos estén vivos —añade Teka, con su voz grave, intentando anclarme a la realidad—. Pero Meryt necesitará tiempo, mucho tiempo para recuperarse. Tomo aire profundamente, intentando procesar lo que está ocurriendo en este lugar tan frío, mientras mi corazón y mi cabeza luchan por recuperar el control. De repente, el enlace entre Meryt y yo parpadea; aunque débil, sigue luchando. —¿Qué podemos hacer ahora? ¡Tiene que existir una manera de devolverle toda esa energía vital! —grito desesperado—. ¡Por salvarme a mí, mi mitad y mis cachorros están muriendo! —¡Cálmate,

El gran doctor de la manada La Maat Ra y esposo de la gran bruja suprema Teka-her, después del ataque que sufriera ella de la Luna Suprema, no ha dejado de preocuparse por ella y la vigila atentamente.—Aha, ya hoy me siento bien —le dice ella al ver cómo la inspecciona con sus ojos dorados—. Después de las curaciones que me hiciste, estoy bien. Vamos a ir a ver al alfa. Me preocupa que no haya despertado. Ya viste que Mat se convirtió en una bestia antes de convertirse en Alfa Supremo. Eso nunca antes había pasado.—Es porque, en estos momentos, el lobo es más fuerte que el humano —explica Aha, caminando al lado de su esposa—. Si su Luna no regresa a su lado, ¡va a estar en grave peligro! Y nosotros no vamos a poder hacer nada.—También quiero hablar con Amet, para quitarle el Preta a nuestra hija —dijo Teka preocupada.—Sí, ya lleva muchos días dormida —asintió Aha, pensando en su única hija—. Yo le induje el sueño para que nadie la pudiera controlar. —Tendrás que ir a buscarlo, lo