El día amaneció gris y nublado, como si el clima reflejara el pesimismo de Isabela. Desde su oficina en el piso más alto de Luján Enterprises, observaba la ciudad bajo una capa de niebla, como si el futuro estuviera cubierto por una capa de incertidumbre. La victoria en el campo empresarial, en su mente, ya no parecía tan asegurada. Natalia Ferrer, aunque joven y aún con una imagen de recién llegada, había demostrado ser una jugadora formidable. Isabela no había subestimado a su competencia, pero jamás imaginó que llegaría a este punto: un punto donde las jugadas no eran solo de negocios, sino también de manipulación, intriga, y quizás hasta seducción. La batalla se había intensificado.A pesar de su exterior impasible, la sensación de estar perdiendo el control era insoportable. Cada reunión, cada cifra, cada informe de su equipo de asesores parecía indicar que Ferrer Holdings estaba avanzando con pasos firmes. Y a pesar de los esfuerzos por debilitarla desde dentro, la joven empresa
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