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Todos los capítulos de Mil pedazos: Capítulo 31 - Capítulo 40
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Finalmente, transpirada, con el pecho subiendo y bajando a gran velocidad, y casi sin poder respirar, mis pies tocan el primer piso del edificio. Pero no me detengo un solo segundo, y con los labios levemente abiertos para tratar de pasar aire por ellos, sigo corriendo hasta cruzar el pequeño y estrecho pasillo de tan solo unos tres metros que separa el primer escalón de la puerta que me dejara en un pasillo del lobby.No sé con exactitud cuánto tiempo me tarde en bajar veinte pisos corriendo por las escaleras, pero tampoco me detuve a pensar en eso, lo único que pasa por mi mente es lo estúpida que soy por no detenerme a esperar el ascensor, pues para este tiempo lo más probable es que ya hayan dejado el edificio.Cruzo el recibidor con premura y por mi aspecto he de parecer una loca, lo sé por la mirada de desconcierto y preocupación que me dedica Kenny y las personas que caminan por el lugar. Pongo mis manos sobre el mostrador de mármol del recibidor, Kenny y dos chicas más están d
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Abril, 23Damián Webster.Vuelvo a mirar el reloj en mi muñeca; ocho y cuarenta de la mañana. Suelto un suspiro silencioso, dejo descansar mi codo de la superficie del escritorio y con mis dedos presiono el puente de mi nariz.—Si. Si, Hansel, no me importa.— digo de mala manera al auricular del teléfono pegado a mi oreja.—¡Te estás volviendo loco!-exclama enojado, del otro lado de la línea.—¡Te dije que no fueras! ¿Te has dado cuenta que acabas de empeorar las cosas?—¡Es mi problema, Hansel, maldición!—gruño y él también lo hace.— Además recuerdo haberte escuchado jurar que no volverías a tocar el tema.Suelta un suspiro y yo pongo los ojos en blanco.—Cierto, eso dije.— habla con algo de enojo.— Pero... ¿Amigo, en serio estás dispuesto a enfrentarte al sistema legal...?—Si, ya te lo he dejado claro.— no lo entiendo, se comporta como sí verdaderamente fuera un problema, como sí no supiera lo fácil que es pagarle a todos esos malditos para que al final salga ganando yo, y los maldi
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—¡Es un grandísimo hijo de perra! — grito enojada, apretando fuertemente el volante en mis manos y con los ojos fijos en el auto del frente—¡¿Puedes creerlo, Amelie?!—la escucho balbucear algo del otro lado de la línea.— ¡Me dijo que ahora era mi jefe y debía obedecerlo! ¡Y qué había cometido un gran error por confiarme la maldita empresa que yo dirigí durante cuatro malditos años!— me presiono el pecho con el índice.—¡Es un verdadero malagradecido! ¡Un egoísta! ¡Patán! ¡Loco! Y... Y maldición como quisiera darle una paliza con un bat en este mismo instante.Detengo el auto en un semáforo y dejo caer mi frente sobre el volante, suelto aire con frustración y mantengo mis ojos cerrados para apaciguar la ira que aún recorre mi sangre.—Y se lo merece, Ám.—su siempre dulce y calmada voz, resuena por todo el vehículo, ya que tengo el celular conectado al auto.— Se merece cada cosa que quieras hacerle.—asiento dándole toda la razón.— Pero en serio creo que ya deben parar, ya no son los mism
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Abril, 27Estaciono el auto frente a la cafetería, tomo mi bolsa, mi celular nuevo de hace tres días, retiro las llaves del auto, abro, salgo y cierro. Son las cinco de la tarde por lo que el sol ya es bastante opaco y pronto el cielo va a oscurecer. Suelto un suspiro y un poco nerviosa empiezo a caminar hacia la entrada de la cafetería que más he visitado en los últimos cuatro años, pues es la que está más cerca de la oficina.Y sí, regresé a la empresa al día siguiente después de haber “Renunciado” era justo esa la razón por la que Damián había estado sonriéndome sin razón alguna aquél día. Sus sonrisitas estúpidas se debían a qué efectivamente quería pedirme algo; los italianos se habían rehusado a seguir con el negocio sí yo ya no estaba en él, por lo qué el rubio se vió en la obligación de convencerlos a quedarse, afirmando que yo regresaría. Me pidió regresar a la empresa mientras comíamos en mi apartamento y aunque estuve tentada a mandarlo a la mierda, acepté.Lo hice, pero no
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La maldita verja se abrió un minuto después de detener el auto frente a ella, ese corto tiempo de espera aumentó aún más la frustración y el enojo que no me había abandonado desde que recibí el maldito sobre. Resoplo con molestia y adentro el auto al interior de la mansión, enseguida la verja empieza bajarse detrás de mí, mientras detengo el auto no muy lejos de ella.No me molesto ni siquiera en despegar las llaves del auto, lo único que soy capaz de hacer es de tomar el papel que Amelie dejo durante el camino, sobre el tablero del vehículo, y acto seguido salgo del auto, cerrando la puerta de un portazo. Escucho la puerta de Amelie ser abierta y luego cerrada con mucha más delicadeza de la que yo empleé. Camino hacia la entrada de la mansión mientras que repaso el lugar con mi vista.En el patio hay dos hombres que por sus vestimentas puedo identificar fácilmente como guardias. Han de ser nuevos, pues la última vez que estuve aquí no los ví. Dejo de mirarlos cuando uno de ellos repa
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Abril, 28.Lentamente la somnolencia abandona mi cuerpo, mis ojos dejan de pesar y los abro de a poco. Pestañeo un par de veces para acostumbrarme a la nueva claridad que llena la habitación de mi hija. Mi cuerpo está aplastado por el de mis dos acompañantes que duermen de una muy terrible manera.No me sorprendo en absoluto al ver la cabellera rubia de Damián sobre mi pecho, pues vagamente y sin mucha claridad, recuerdo qué fuí yo misma quién le pidió acostarse a mi lado y aunque no lo hizo de inmediato, estaba muy segura que lo haría, aunque no recuerdo haberlo visto acostarse en la cama y mucho menos sobre mí, de hecho no recuerdo nada más después de pedirle que se acostara junto a mí.Con un poco de dificultad logro sacar mi adolorido brazo de debajo del cuerpo de la bestia, y después de hacer unos leves movimientos en él, lo estiro hacia la mesita de noche del lado derecho de la cama para tomar mi teléfono, y aunque me cuesta alcanzarlo, finalmente lo tomo entre mis dedos y encie
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—Ayúdame con esto.— le digo pasándole mi bolso. Mira la cartera y luego vuelve a mis ojos con el ceño fruncido y una mirada de reproche.— Por favor.— hago énfasis.—Estoy cargado.— me dice, le echo una mirada rápida y si, está cargado, no sólo lleva a Mía en sus brazos, síno también su bolso de viaje y el mío, pero igual tiene espacio para un bolso más pequeño.—No llevas nada, ¿Por qué quieres qué lo lleve?—Iré por un café, será rápido.— finalmente hace una mueca y asiento estirando su mano para tomar mi bolso.— espérame en la puerta, Cam dijo qué estaría afuera.Sin más empiezo a caminar hasta la máquina de café no muy lejos de nuestro lugar.—¡No tardes!— levanta la voz a mis espaldas y le dirijo una mirada rápida por encima del hombro.Esbozo una débil sonrisa y sigo mi camino mirando al frente. Después de nuestra conversación en el avión pareció que entre nosotros la gran muralla que nos separaba se fué rompiendo poco a poco, pero aún así las cosas respecto a nuestra relación no
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Mayo, 01.Damián Webster.Me cruzo de brazos y con impaciencia hago resonar mis zapatos con el piso de la casa, logrando así que la rubia me dedique una mirada por encima del hombro y haga una mueca de desagrado y poca tolerancia en mi dirección.Hace dos días que esa pequeña nació y aún nadie sale del embeleso, ni siquiera mi hija me ha prestado la suficiente atención en los últimos días, todo en lo que ella y el pequeño Jesserd pueden pensar y hablar es de la pequeña Camille, la euforia de la tarde del domingo no les ha bajado ni un poco y lo peor es que el bebé ni siquiera voltea a mirarlos.Ámbar vuelve a ignorarme por milésima vez en los últimos cinco minutos y contengo las ganas de gritarle para que no lo vuelva a hacer. Miro el reloj en mi muñeca y resoplo fuerte para volver a llamar su atención, pero esta vez ni siquiera hace el intento de volver a verme y eso me indigna.¿Quién carajos se cree?—Vamos a llegar tarde.— digo en voz alta desde mi lugar haciendo que todos a excep
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Salgo de ascensor y entro a la sala de estar del penthouse, dejo mi bolso en la mesa de cristal y repaso el lugar algo oscurecido gracias a qué todas las luces están apagadas y al cielo gris que impide que la luz solar entre por los ventanales.—Voy a llevarla a la cama.— ante la voz giro para encontrarme con Damián, quién sostiene a una adormilada Mía en sus brazos como sí fuera un bebé recién nacido.Asiento y él enseguida empieza a caminar hacia las escaleras, por inercia mis ojos lo siguen paso a paso, observando detenidamente lo bien que luce el hijo de puta, me encanta sin duda lo bien que le queda la camisa de cuello alto, el color negro de ella hace un perfecto y exótico contraste con la piel pálida de él.—Iré por el resto, señora Webster.— la voz del concerje me hace regresar la mirada de inmediato al ascensor. El joven chico uniformado delicadamente, señala las maletas con sus manos enfundadas en guantes blancos.Hace años que vivo aquí y aún no tengo idea de porqué usan un
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Mayo, 02—¡Despierta!— chillo con premura.— ¡Despierta Damián, es tarde! — vuelve a ignorarme y con un brazo cubre sus ojos para seguir haciéndolo. Suelto aire y busco por el piso algo para cubrir mi cuerpo desnudo; tomo el albornoz rosa pálido y con rapidez me lo pongo. En un acto rápido recojo una de las almohadas del piso y la lanzo con fuerza a la cara del rubio.—Levantate.— ordeno cuando se quita la almohada y el brazo de la cara para mirarme con las cejas hundidas. — Ahora.Sin quitar la expresión enojada de su cara se incorpora con pereza hasta quedar sentado sobre el colchón y bostezar. Camino apresurada hasta la mesita de noche a un lado suyo y enciendo la pantalla de mi celular conectado al cargador para mirar la hora y comprobar que estamos muy retrasados.—Ve a ducharte,— ordeno nuevamente y en respuesta recibo un gruñido de impaciencia.— tienes que verte con el abogado a las ochos y falta muy poco para las siete y media, así que tienes menos de treinta minutos.— bloqueó e
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