JulietaSus ojos brillaban. Estaba tan contento, el momento juntos era espontáneo, tan perfecto que lo supe dentro de mí. Sabía que lo quería desde hacía ya un tiempo, por sus demostraciones, por lo que había hecho por mí. Pero también desde aquel momento en que me salvó en la cacería, cuando entré en esa cueva. Por su mirada, por su sonrisa, por cómo mi cuerpo vibraba solo de pensar en él. Pensé al inicio que era simplemente el sentimiento de una chica emocionada frente a un hombre atractivo, fuerte, diferente. Pero era algo más. Nora me decía que los humanos sí podían sentir el vínculo; quizá lo sentíamos distinto, pero no éramos indiferentes a él. Éramos mates de verdad, lo éramos. —Me haces tan, tan feliz. Me haces feliz con solo existir —susurró apoyando su frente en la mía.Su aroma era glorioso; el contacto de su piel cálida era todo lo que necesitaba en la vida. Habíamos hecho el amor de forma salvaje en su oficina. Debía sentirme apenada, extraña, atrevida. Pero solo quería

EvaPor horas estuvimos trabajando, sin descanso, armando planes B, C y hasta Z. No podíamos dejar un cabo suelto, teníamos que pensar en todas las posibilidades. Los lobos casi no dormían, y cuando los obligaba a descansar, por turnos, el Duque y yo continuábamos.Las oficinas dejaron un pequeño equipo que mantuviera las transacciones y las actividades diarias de la empresa, mientras el resto se abocaba a examinar cada parte del plan: un equipo envió drones para vigilar las áreas dentro de Sombras de la Noche e incluso uno se coló y nos enviaba imágenes de lo que sucedía adentro. Otros se colocaron en el bosque; guerreros iban y venían trayendo información. Severino se encargó de los túneles; nadie los había visitado. Nuestros enemigos sabían que nos estábamos preparando. Seguramente ellos también.Me reuní con Giacomo, que comandaba a los vampiros de la ciudad, y vigilaban de noche. Adriana se quedó en el castillo preparando un posible contraataque. El rey mandó a algunas de sus gue

JulietaNo, no y uno. Eran las respuestas que recibía. Y si hubiese otra forma de decir no, me lo dirían también.—Es mi deber, podría ayudarte. No quiero que te enfrentes solo a eso —clamaba.—Me enfrentaría a cualquier cosa antes de ver que Ricardo o mi padre te hagan daño. Ya sabemos lo que piensan de los humanos, y por nada del mundo dejaría que pronunciaran algo sobre ti. Que tu nombre estuviera en sus bocas —rugió. —¿Y sabes por qué? Lo observaba preocupada. Estaba angustiado, no dormía, y cuando lo hacía tenía pesadillas. Me mataba no saber qué hacer para consolarlo.—Porque los mataría, Julieta. Los acabaría, sin importar que sean mi familia —indicó.Tragué saliva. Después de eso no insistí más. Ayudé en lo que pude, establecí una enfermería de emergencia en varios puntos dentro y fuera de la ciudad, por si había ataques. Me quedé trabajando, buscando alguna otra solución, temía que las piedras no fueran suficientes. Intenté hablar con Lila, pero no me respondía. Y la inminen

Eva—Entiendo, hicieron bien. Pobre Connie… quizás fuimos duros con ella —se lamentaba Nora una vez que volvimos a Ciudad Ónix y le comentábamos de nuestros avances.—Ella dijo que jamás fue tan feliz como cuando estuvo aquí, se sintió respetada, segura, querida. Eva le ofreció resguardo en el castillo, incluso en otra manda lejos, en el norte —indicaba Cachorrito.Lamentablemente, la posibilidad de un encuentro fogoso y salvaje en el bosque se había esfumado desde el momento en que encontramos a la Palidita. Sí, lo sé, la chica me había tocado una fibra sensible; para que conste, la única fibra sensible que tenía. Para bien o para mal nos había dejado bastantes interrogantes. Tenebrosas.—Un mal crece en los Herejes. Ellos se jactan de ser poco creyentes y de odiar a los vampiros y hechiceras, pero en algo raro están —espeté. Era mi deber comunicar esto. La Alfa Damián estaba en el “bote del amor”, o lo que fuera que fuese su cita romántica con Cerebrito, y Nora quedaba como represen

Damián —Repítemelo de nuevo —le pedí a mi hermana, aunque ya sabía exactamente lo que me iba a decir. Pero quizás si la volvía a escuchar entraría más en mi cabeza, ni qué decir en mi lobo. Ronan estaba desesperado, angustiado como jamás lo había sentido. Habíamos estado con ella en ese lugar mágico, había sido la noche más perfecta y, de repente, todo se venía abajo. Era simplemente inexplicable.—La doctora dice que ha sido una emoción muy fuerte. Justamente había sido marcada, y repitió varias veces que no sabemos el impacto de la marca aún en humanos —indicaba Nora, intentando calmarme, complaciéndome en mi angustia. Me tomaba la mano y ambos mirábamos a Julieta. Ella seguía sin despertar y yo tenía que irme: mi salida al segundo desafío era inminente.Las Lunas humanas sin duda no eran ya algo extraño en nuestro mundo. Las primeras habían demostrado una fortaleza excepcional y poderes. Cualquier pareja quisiera que su luna fuera especial o poderosa. Yo simplemente quería que ell