CAPÍTULO 121: LAS COSAS QUE NO SE DICENMaddisonCuando abro los ojos, lo primero que veo es el techo blanco. La habitación está en silencio, apenas iluminada por la luz grisácea del amanecer que se cuela por las cortinas. Parpadeo, me duele la cabeza, pero no tanto como para impedirme notar que no estoy sola. Giro con cuidado… y ahí está Derek, sentado en la silla junto a la cama, con la cabeza recostada sobre mis piernas, como si no se hubiera movido en toda la noche.Mi corazón da un vuelco.Tiene el ceño ligeramente fruncido incluso dormido, su respiración es tranquila. Una de sus manos sostiene la mía, como si hubiera temido que desapareciera si la soltaba. Me muerdo el labio para no llorar, porque no entiendo cómo alguien que se ha visto tan fuerte, tan inalcanzable, puede mostrarse así de vulnerable por mí.Él ha cambiado, lo sé. No tengo pruebas físicas, pero lo siento en su forma de tocarme, de mirarme, de quedarse. Ya no hay máscaras, ya no hay distancia. Me da el lugar que
Leer más