Edneris iba molesta dentro del auto; no podía creer el descaro de su madre al exigirle que terminara con Owen solo para que Cloe pudiera aprovecharse de él y sacarle dinero, aquello le resultaba absurdo, además, era imposible que Owen se fijara en su hermana, incluso si llegaba a dejarlo.Se quedó sentada unos diez minutos después de estacionar frente al hospital, necesitaba despejarse y deshacerse de aquel mal humor, porque los pacientes no tenían por qué cargar con su mal genio. Respiró hondo, se revisó en el espejo retrovisor, retocó sus labios con un poco de brillo y se quitó el collar que llevaba; no sabía en qué área estaría asignada, y lo último que quería era comenzar su práctica con un regaño. Finalmente, bajó del auto, acomodó su uniforme y, al comprobar que todo estaba en orden, comenzó a caminar hacia la entrada del hospital, sabía perfectamente a dónde debía dirigirse, pues la mujer encargada de ubicarla ya le había enviado un mensaje.— Buenas tardes, licenciada Escalant

Edneris condujo hacia el hospital después de almorzar con sus amigos y pasar un tiempo agradable, fue directo al área en la que iba a estar y, de frente, se topó con el director del hospital, quien se veía bastante preocupado.— Edneris, gracias al cielo que te encuentro ¿Sabes cómo se ingresa una cita en el sistema? — la pregunta la tomó completamente por sorpresa.— No... la enseñanza de eso es más a la antigua. — le dio mucha pena admitirlo; era algo que claramente necesitaban mejorar.— Que no lo sepas no significa que no lo puedas aprender, me tomó una hora enseñarle, y podrá ayudarnos a sacar las citas para el área de pediatría; nos saturará mucho si no lo hace. — comentó la secretaria de medicina general, con un leve suspiro de alivio.— ¿Estás dispuesta a aprender? — preguntó el director O'Kelly, mirándola fijamente.— Sí, vine a poner en práctica mis conocimientos, pero también vine a aprender cosas nuevas. — Edneris sonrió ampliamente, emocionada.— Esa es la actitud, chica,

Cuando Edneris salió de casa se sorprendió al ver que Jake los estaba esperando junto a la limusina, volteó a ver a Owen con una sonrisa nerviosa, pues estaba haciendo cosas que salían de su zona de confort. Aunque no sabía por qué seguía extrañándose, si Owen era un hombre que siempre botaba la casa por la ventana en cada una de sus citas, fue él quien le abrió la puerta de la limusina y extendió la mano para ayudarla a subir con cuidado, cuando ella se acomodó al fondo, subió él también, pues no quería dar la vuelta, Jake puso en marcha el auto y la noche especial estaba a punto de comenzar.— Edneris... — le tomó la mano con suavidad — Eres la mujer más preciosa que he podido conocer, eres hermosa desde tu personalidad hasta tu físico... — le dio un beso en el dorso de la mano — Tus labios esta noche lucen como los pétalos de una frondosa rosa roja, tus ojos brillan como el rocío con el sol... es que esta noche luces perfecta. — la vio sonrojarse hasta las orejas.— Creo... creo qu

Edneris abrió los ojos tras el ruido de algo que se había caído. Por el sonido supuso que sería alguna olla y solo sonrió, abrazando la almohada que conservaba el perfume de Owen. Estaba tumbada en la cama, con la sábana apenas enrollada en su cuerpo, cubriéndola lo justo, la noche había sido muy entretenida celebrando su compromiso; él le había dado sorpresas y regalos durante toda aquella aventura, pero ahora era su turno de devolverle algo especial, y qué mejor que el baile que llevaba tiempo pidiéndole.— Edneris… — Owen entró al cuarto — Buenos días ¿Cómo amaneciste? — le dio un beso en la frente.— Muy bien, aunque todavía no me creo que oficialmente esté comprometida contigo. — le acarició la mejilla con ternura.— ¿Te desperté? — preguntó, tomándole la mano para darle otro beso.— No, ya estaba despertando cuando se te cayó la olla. — se rio al verlo sonrojarse ligeramente.— Estaba cocinando y se me deslizó una de las ollas, ya es hora de que te levantes y vayas a comer, anoc

Una ronda rápida de amor antes del almuerzo les sentó muy bien a ambos, aunque Edneris esperaba que Owen no estuviera demasiado cansado como para no querer más cuando la sorpresa se revelara, porque ya no podía aplazarla más. Owen se dio un baño para refrescarse y después se quedaron sentados en la sala viendo la película que habían escogido, hasta que él se quedó dormido con la cabeza sobre los muslos de Edneris, con mucho cuidado lo apartó, porque debía ponerse manos a la obra con su plan.Bajó a la oficina en la parte de abajo y ordenó todo lo que iba a necesitar, siempre cuidando de que Owen no bajara a buscarla, colocó la silla en una esquina, cambió las cortinas del ventanal por unas más oscuras, movió el escritorio hacia la otra esquina y retiró todo lo que pudiera estorbar su espectáculo. Fue al cuarto que ocupó por un tiempo y sacó una botella del mejor ron que pudo encontrar en el mercado, la marca favorita de su prometido, sobre una charola cuidadosamente escogida, acomodó