VARKOVEstoy solo, pero no tranquilo. Boris, mi Skolvar, mi brazo derecho, me ha traicionado con su corazón, y eso es más peligroso que cualquier arma.Nikita Petrova, la Zmeyka que creímos muerta, está viva, en las garras de Lev Zaitsev, y Boris, ese maldito enamorado, no puede soltarla.Su amor, que una vez lo hacía imparable, ahora es una grieta en la armadura de la Krovsk Volya. Y yo, Dmitri Varkov, el Vodir, no permito grietas.Tomo el teléfono, mis dedos marcando el número de María. La nueva Zmeyka, mi arma secreta, está lista para su misión en Voravia, pero hoy le daré un propósito mayor. El tono suena, y su voz responde.—Vodir —dice, y puedo imaginarla, sus ojos oscuros brillando, su cuerpo tenso como un resorte.—María, ven a Kryvsk. Ahora —ordeno, mi voz baja, pero cargada de autoridad—. Tenemos que hablar. En persona.—Entendido —responde, sin dudar. Cuelgo, y mi mente se llena de Boris. Él y Nikita eran un huracán, inseparables, letales, dos sombras que cortaban gargantas
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