Miro con desesperación a todas direcciones, después me doy cuenta de que mi cama es enorme, le hago seña para que se meta debajo y él obedece, yo me acerco a la puerta y me quito la blusa, la uso para cubrirme el pecho y justo en ese momento alguien gira de la perilla, sostengo la puerta para impedir que sea abierta. — Oh, Dania... soy yo...La voz de mi madre me pone aún más los nervios de punta, ella empuja la puerta pensando que con el hecho de decirme que era ella la dejaría pasar, pero no puedo hacerlo, no con este hombre aquí escondido bajo mi cama, siento que podría olerlo y encontrarlo. — Lo siento mamá, pero me estoy cambiando, acabo de salir de la ducha. ¿Qué pasa?Me acerco a la orilla de la puerta en donde ella puede ver la tira de mi sostén y la blusa que sostengo frente a mi pecho, ella levanta ambas cejas y retrocede, yo permanezco tras la puerta asomándome por el espacio pequeño. — Lo lamento, yo, solo venía a decirte que lo siento, lo que hice el otro día no estuvo

Alessandro Mierda...Mierda... Mierda...Comienzo a bajar con rapidez, pero las manos me tiemblan y las rodillas comienza a fallarme, ayer logré uno de mis objetivos, la hice ruborizarse, pero ese es un mérito que celebraré después, ella acaba de sonreírme, pero no de la manera que quiero, en cuanto miré esa sonrisa un escalofrío me recorrió el cuerpo, ya se dio cuenta de que le mentí. Llego al suelo, pero justo en ese momento la puerta principal se abre y sé que es momento de correr, logro ver un poco su silueta mientras me echo a correr a la calle y escucho sus pasos tras de mí. — ¡Mentiroso!.- ella me grita llena de ira, el corazón se me va a salir del pecho, este es un tipo de excitación muy extraño.— ¡Deja que te ponga las manos encima Alessandro, te voy a arrancar el cabello!Un estremecimiento extraño me recorre el cuerpo, "¿Seré masoquista?", posiblemente si, porque me gusta ella, me gusta que me mire mal, que pelee conmigo, en verdad me gusta todo de ella.— A ver... d

Alessandro. Dudo que haya algo en este día que me borre la sonrisa de imbécil que cargo en el rostro y el buen humor que no puedo ocultar; anoche fue una de mis favoritas, dormí al lado de una chica, algo que no había hecho antes, con Renata no cuenta por qué fue un accidente y ni siquiera tenía la intención, solo me quede dormido y ya, pero ayer... fui con toda la intención del mundo de poder estar cerca de ella de esa manera, tenerla cerca en ropa de pijama, creo que voy varios puntos adelante de aquel maldito sujeto, que no sé por qué no puedo dejar de verlo como una competencia, Dania dijo que no eran nada, pero se necesitaría ser muy tonto para estar cerca de ella y no quererla. Sonrío de recordar esta agradable noche y también en pensar en la intensa y excitante persecución de esta mañana, el día no podía empezar mejor. — ¡Alessandro!.- la voz de Stefan me obliga a sentarme firme en la silla, no tengo idea de en que momento comencé a dejarme caer como si estuviera acostado e

Dania. Estamos reunidos en el comedor, mamá, papá y yo, sin el intruso de Jerry que por suerte no he visto, ni mi jefe Dominic; hoy es domingo fuimos todos juntos a la iglesia, no he hablado con mamá desde aquella vez en mi habitación cuando Alessandro estaba ahí, quizás su momento de valentía fue aquel y no ha logrado reunir las fuerzas para tocar el tema de nuevo, ni siquiera yo lo he hecho, mi partida de esta casa considero que va a ser un tema algo conflictivo entre nosotras. Al salir de la iglesia por la puerta delantera volteé a ver aquel edificio oscuro que se encuentra cruzando la calle, no pude evitar recordar a Alessandro, ya casi se hacía una semana desde que no lo había visto, aún tengo ganas de arrancarle el cabello por lo que hizo, pero... siento una extraña tristeza que no debería permitirme sentir por él, Alessandro es aquel tipo de pensamiento que en cuanto llega a mi cabeza lo descarto, no quiero pensar en él, ponerme analizar lo que comienza hacerme sentir, me par

— Hola... tierra llamando a Dania.Me aparto la mano de la boca, parpadeo varias veces y sacudo la cabeza, estaba mordiendo la uña de mi dedo pulgar, ya pasó más del tiempo que me dijo Alessandro en que estaría de regreso, tres días para ser exactos, había tenido uno que otro mensaje divertido de él, pero una llamada, no desde aquella noche, estoy ansiosa, no sé si es emoción por volverlo a ver o nerviosismo al recordar que tema fue el que tocamos aquella noche que hablamos, una parte de mí quiere verlo, la otra prefiere esconderse y permanecer detrás de esa máscara de odio con la que me muestro ante él; estiro la mano para tomar el café que Dulce me está tendiendo. — Lo lamento, no dormí muy bienIncluso ya el mentir no me causa una punzada tan grande en el pecho, sé que está mal, pero aun así deje de llamarlo mentir, son "escusas" cuando logran salvarme de alguna situación que prefiero evitar, como por ejemplo explicarle ahora a Dulce que es lo que me tiene distraída, o decir que t