Pero Regina anhelaba que su casa se sintiera como un verdadero hogar.—Si quieres, puedo pedirle a alguien que se encargue…—No, para nada. ¡Yo lo hago!Mientras vivió en casa de los Valderrama, doña Carmen se encargaba de su ropa, pero ella siempre había lavado sus prendas íntimas a mano. Ahora que estaba casada con Gabriel, deseaba que pudieran construir su propia vida, un pequeño mundo solo para ellos, sin la intervención de nadie más.Él asintió.***Considerando que Gabriel podría salir tarde de trabajar, acordaron cenar al día siguiente a las siete de la noche.A las cinco, justo al salir de trabajar, recibió una llamada de Alicia, quien le preguntó si necesitaba que pasaran a recogerla.Le avisó a Gabriel, quien le respondió que la acompañaría. La respuesta del hombre la hizo sonreír ligeramente, y le devolvió la llamada a Alicia.Por supuesto, a ella le encantó la idea de que fueran juntos.—Entonces Silvia y yo nos adelantamos para ir pidiendo la comida, así cuando lleguen ya
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