38. EN OTRA PIEL
AVA Tratando de sostenerla, me enredé con la alfombra mullida y los tacones de aguja. Ella también se iba de boca, y mientras la sostenía, me apoyé en el estante de al lado.El crujido de los tablones de madera hizo temblar mis oídos. Todo tipo de frascos con sustancias raras nos cayeron encima. Por suerte eran envases plásticos, pero eso no minimizó el daño. —¡Aaahh! —grité al sentir el ardor en mi rostro, en mis manos y cuello… vamos, comezón de la buena por todos lados. —¡No, no, no, qué desastre, ay Diosa! —la bruja adolescente intentaba arreglar las cosas y las empeoraba más. —¡Espera, no te sigas moviendo! —le rugí, poniendo pausa a la escena desastrosa. Los líquidos púrpuras, rosas, amarillos, brillaban en la oscuridad como un hermoso espectáculo, pero también lo hacía la cara de ella. —Tú… estás roja —le dije, mirándola asombrada, y era literal. Su piel estaba como un tomate maduro, y no solo la cara, el cuerpo entero, como una llamarada andante. —Bueno, y tú… —tragó
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