La ciudad los recibe con un cielo gris y una brisa que huele a cambio. El viaje de regreso ha sido silencioso, no por incomodidad, sino por la calma tensa que antecede a lo inevitable. Isabella observa a través de la ventanilla del coche, el corazón latiendo con más fuerza de la que quisiera admitir. Alexander, a su lado, mantiene la mirada fija en la carretera, con una mano sobre la suya. Es un gesto sencillo, pero le transmite fuerza.Ya en el apartamento, todo parece demasiado normal. Los trillizos corren de un lado a otro, felices de volver a sus juguetes, a sus espacios. Liam encuentra un viejo dibujo y corre a mostrárselo a Isabella, mientras Emma insiste en prepararle un té a Alexander en su cocinita de juguete. Gael solo los observa, como siempre, con esa mirada curiosa que parece analizar el mundo entero.Más tarde, Isabella asiste a su primera reunión con los abogados. La sala es amplia, elegante, y aun así se siente pequeña, como si las paredes pudieran cerrarse sobre e
Leer más