El alcohol, aquel mal compañero de noches inciertas en donde el dolor clama terreno dentro de nuestras almas, haciéndonos ver espejismos difusos de lo que fue y no sería jamás, o trayendo memorias dolorosas que nos hunden aún más profundo en las tristezas que carga nuestra alma. Al calor de la bebida, se dicen muchas cosas, se piensan muchas cosas y se sienten muchas cosas, dejando al individuo vulnerable a su propio dolor.Henry miraba aquella fotografía; la única que conservo impresa de Katherine, y la cual, más de una vez, deseo tirar lejos de él, pues siempre lo trasportaba a sus más felices y dolorosos recuerdos. Estaba ebrio, completamente alcoholizado, pues aquello era lo único que había podido hacer, después de escuchar todo aquello que su exesposa tenía para decirle. Cada palabra que salió de los hermosos labios de Katherine Holmes fue hiriente y demasiado dolorosa, pero cargada de la verdad que, quizás, él se negó a ver durante mucho tiempo. Cierto era que, aquel día en que
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