La tormenta continuaba, y Katherine dejaba que todo aquel dolor que había estado reprimiendo, saliera de ella en ese momento. Toda su vida había pendido de un hilo, y al verse ante la muerte comprendió que todos aquellos que se burlaron de ella, la humillaron y la destrozaron, merecían recibir su merecido.

—No soy una santa… — dijo Katherine nuevamente en un susurró que se perdió ante el sonido de un rayo.

Los cuchicheos que tantas veces alcanzó a escuchar, resonaban como ecos fantasmales que chocaban unos contra otros entre las paredes de aquella solitaria habitación, y la sangre de su palma se derramaba manchando la fina alfombra bajo sus pies...pero no le importaba, en ese momento nada que no fuesen ella y sus hijos, en realidad le importaba.

Había peleado hasta ahora para mantenerse con vida; aquellos dólares que Emily le había arrojado sobre su cabeza el día de su cumpleaños cuando mintió para quedarse con Henry, por cada vez que se topó contra un muro para hacerse de un lugar en