La pregunta había quedado en el aire, era como si la repuesta de la luna fuera la más esperada para el Alfa. Porque sin importar que, la quería de vuelta. — ¿Y que si volviera? ¿Tú me lo vas a impedir acaso, beta Esmeralda? — La mirada violeta de Alejandra era desafiante, no era para nada la luna tímida y excesivamente amable que un día fué. — No... !Pero tú dijiste que ya no lo querías, te fuiste, lo abandonaste, y ahora que yo lo quiero reclamar, dices que consideras la posibilidad de regresar con él! ¿Qué es lo que estás tramando? — Eso es cosa mía. Ahora tengo a los dos Alfas más poderosos del mundo de los licántropos a mis pies, Hmmm... ¿Qué haré...? ¿A quién elegiré... — La hermosa Luna se mostraba coqueta, dejaba ver que su belleza era capaz de hechizar a dos poderosos reyes. — ¡Ahora muestras tu verdadera cara, eres una maldita zorra, Alejandra! Siempre te mostraste mustia e ingenua, y resultaste ser una puta sin vergüenza! Apenas terminó de decir esas palabras, a

Afuera, Alejandra paseaba por el jardín, no había querido hablar más con su cuñado, pero él no la perdía de vista. Él en lo personal, temía que ella escapara de nuevo, ya que estaba muy renuente a hablar con Leonardo. La luna sentía una atracción especial por las flores. Era como si la viviera a través de alguien que las amaba muchísimo ¿Pero de quién? — ¡Te encontré al fin, no creas que lo que sucedió con Leo se va a quedar así! ¡El siempre había sido muy amable y cariñoso conmigo, pero desde que te fuiste cambió demasiado, ahora sé que tú solamente buscabas un pretexto para irte de zorra con otro Alfa! — No me estaba escondiendo, y lo de zorra lo dirás por ti. Eres una cualquiera que no ha hecho si no arrastrartele a mi esposo, que terrible debe haber sido que apenas llegué yo a su vida él dejó de interesarse por ti. — Alejandra mantenía la calma, pero una calma que se anticipaba a la tormenta. — ¡Mientes, él siempre estuvo pendiente de mí, Eres tú la que se arrastraba a

En la manada Luna De Plata, Las cosas estaban color de hormiga. Los Alfas Angelino y Petya, ya estaban de regreso, tenían cosas muy interesantes que informarle a Leonardo, Así que decidieron salir al territorio Silver Wolf. Los enormes caballos pura sangre corrían a toda la velocidad que podían alcanzar. — ¿Creés que Leonardo haya decidido participar en la elección de rey de reyes? Es que de otra forma no me explico por qué el centinela dice que está allá. — El Alfa Petya levantaba la voz mientras cabalgaba. — Tampoco entiendo nada, él dijo que no le interesaba el trono, aunque tenía todos los requisitos que se necesitaban para participar. — Ya lo vamos a averiguar. (...) En el castillo del Alfa Malakay, el anfitrión ahora se enfrentaba a otro problema más, la reina de las lunas estaba herida, se preguntaba que más le iba a pasar en esta reunión de Alfas. Sentía que traía una nube negra encima. — Hoy no es tu día Malakay, el Alfa Salvatore ya era exigente y sobrepr

El Alfa Malakay y el beta Mika, llegaron justo a tiempo para separar a los feroces Alfas. Pero les estaba costando mucho. — ¡Ustedes, ayúdenme a separar a los Alfas! Más los centinelas dudaban en sostenerlos, ambos eran los lobos más temidos, los más fuertes y poderosos, además de que se trataba del rey de reyes. — Alfa Malakay, ¿Podemos tocar al rey? Puede ser que se enfurezca con nosotros... — !Es una órden, rápido que si se lían en una pelea aquí, estamos fritos! — ¡No tienes derecho a sacarme de la enfermería, Salvatore, Alejandra está conmigo ahora, tú ya no eres su pareja! ¿Qué no escuchaste lo que dijo? ¡Ella te repudia porque no llegaste a salvar al cachorro por estar de paseo con esta zorra, por haberle quitado su sangre para que se la diera a esta descarada que siempre quiso destruirla! Leonardo se daba cuenta de lo perjudicial que había sido Esmeralda en su vida de casado con Alejandra. Pero aún así no estaba dispuesto a ceder a su luna. — Largo de aquí Rom

Procesar que había sido engañado vilmente por la loba a la que alguna vez le tuvo mucho cariño, llenó de furia al Alfa. En ese mismo momento iba a ir a por ella. — !Esa perra está aquí, en una de las camas de la enfermería, hazte a un lado! — Leonardo pasó por un lado de su hermano para ir a buscar a la beta, más al llegar a su camilla se pudieron dar cuenta de que la loba ya no estaba, había escapado quizás por la ventana y entrado al bosque. Resultó que Esmeralda se estaba haciendo la herida y lastimada como solía hacerlo, pero la verdad era que ya estaba mucho mejor. Y lo había demostrado saltando sin dificultad al frondoso bosque. — Maldita, espero que se la coma una de las bestias salvajes que viven ahí dentro. — expresaba Petya. El en verdad despreciaba a esa loba mentirosa. — Petya ordena a unos de nuestros centinelas que vayan tras ella, diles que no le pierdan la pista, esa desgraciada no va a escaparse de mí. — El Alfa Salvatore nunca la habianodiado tanto. —