80. EL BETA OTAR
OTAR: Caminaba por el bosque, habiendo cazado un pequeño ciervo y dos conejos, lo suficiente para alimentar a mi Alfa, cuando unos aullidos llegaron a mis oídos. Me detuve para prestar atención y comprender lo que estaban diciendo. No lo podía creer: ¡estaban anunciando la muerte de los dos últimos Alfas Reales! Las voces de todos los lobos de las diferentes manadas lo celebraban. Corrí lo más que pude hasta llegar a la cueva, borrando mis huellas. Al entrar, vi a mi Alfa transformado en su lobo, Kian. —¡Eso no puede ser verdad, Otar! No esperaré un segundo más, voy a recuperar a mi Luna —dijo, con los ojos rojos y llenos de un gran miedo. —Está bien, mi Alfa, pero primero coma toda esta carne. Luego nos iremos a buscarla —le respondí, soltando todo a sus pies—. ¿Siente un gran dolor en el pecho? —No, me siento mejor y la marca también me ha dejado de doler —contestó sin dejar de pasear de un lado a otro, hasta detenerse frente a mí—. Y ahora sabemos por
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