Hermes permaneció en el hospital, la mirada fija en el pasillo, como si esperara que algo milagroso ocurriera.Alfonso había venido a apoyarlo, pero su presencia no aliviaba el dolor de la incertidumbre que se había instalado en su pecho.Mientras tanto, Darina se apresuraba en la habitación de hotel, sintiendo el peso de la angustia sobre sus hombros.Sabía que debía estar fuerte, pero cada paso parecía más pesado que el anterior.Al llegar, fue como si todo el cansancio de las horas pasadas se desmoronara, y lo primero que hizo fue abrazar a sus hijos, con un nudo en la garganta que no lograba deshacer.—Mami, extraño a Hernán. ¡Hernán es de Rossyn! Haz que venga ya, mami.La voz de la pequeña resonó en su corazón, y por un momento, el dolor de la situación se hizo aún más palpable.Darina abrazó a su niña, sus manos temblando ligeramente.—Pronto, mi amor, Hernán, va a estar bien. Muy pronto, mis tres niños estarán juntos como siempre. Pero ahora, Hernán está enfermito, y los doctor
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