Punto de vista de JosefinaLa sangre me salpicó el cuello, la mandíbula e incluso la camiseta de tirantes. José tenía el labio roto y sangraba, mientras su cabeza era sostenida contra la barra por la firme mano de Lucas.—¿Qué demonios le acabas de decir? —gruñó Lucas, temblando de ira, mientras su víctima intentaba zafarse de su agarre. Su cabeza era sostenida con fuerza contra la barra.Debería preocuparme por ese hombre inmovilizado, aquel con quien, contra todo juicio racional, permití que se formara un vínculo. Algo que nunca quise, algo que no deseaba. Tenía razón, ningún otro hombre de nuestra especie querría estar conmigo, pero eso lo sabía desde los 18 años, algo a lo que me había acostumbrado, la razón por la que siempre me mantenía ocupada.Debería estar ayudándolo, defendiéndolo, pero todo lo que podía hacer era mirar los fornidos bíceps del hombre que lo tenía inmovilizado, los músculos estirándose sobre sus brazos superiores, mientras sus labios se curvaban sobre sus die
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