Capítulo 82. La Intimidad.
La mansión Koch había encontrado un ritmo. Los trillizos, con su creciente energía y sus demandas, llenaban cada rincón con su presencia vibrante.Amelia y Noah se habían adaptado asombrosamente a su nueva vida como padres, pero en medio de la dicha y el caos, la pareja sentía la necesidad de reconectar, de reclamar su intimidad perdida, ahora que la amenaza de Amaloa era solo un eco lejano y los bebés dormían plácidamente en sus cunas.Al anochecer, después de una maratónica sesión de biberones, cambios de pañal y nanas, Noah y Amelia lograron, por fin, dejar a los pequeños a cargo de las enfermeras neonatales.El silencio en su habitación se sentía inmenso, casi abrumador, después del constante murmullo de la casa.Noah la observó mientras Amelia se despojaba de la ropa del día, su cuerpo, aunque aún recuperándose del parto, irradiaba una belleza madura y una fortaleza que lo cautivaba.Amelia se giró, sintiendo la intensidad de su mirada.—¿Todo bien, Noah?Noah se acercó a ella, t
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