Cuando Aitana Montes se sentó en el banco de espera del hospital, todo su cuerpo aún temblaba por el miedo, porque se había encontrado con un pervertido.Ese día, había hecho horas extras hasta tarde. Llena de cansancio, llegó a su departamento alquilado y estaba a punto de abrir la puerta con la llave, ¡cuando de golpe un tipo le tapó la boca y la nariz desde detrás! Se debatió desesperada, pero fue arrastrada a la salida de incendios. —Hueles muy bien, lindura.Esa voz masculina de tono tan repugnante le puso toda la piel de gallina. Por el impulso de terror, agarró al cabrón y ambos se lanzaron por las escaleras.Le sonrió la suerte a ella, porque solo le quedaron ciertos raspones, mientras el acosador se golpeó la cabeza. Cuando el tipo quedó inmóvil en el suelo, aprovechando la oportunidad, pudo escapar del lugar.Después de hacer su respectiva declaración en la comisaría, fue al hospital sola. En el camino, revisó su celular con frecuencia, pero, aparte del mensaje que había env
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