Luego de aquella declaración de amor, los días pasaron rápido, Eva le había contado a Sara con lujo de detalles sobre su nueva e imprevista relación con Alejandro.Sara, por su lado, le había confesado que, se había percatado del interés de Alejandro por ella desde un inicio, pero que jamás consideró que ella, siquiera, volteara a verlo.Alejandro, por su lado, había cumplido muy bien con su palabra, ya que Eva y él, aunque solo fuesen novios, su relación parecía más una vida en matrimonio, ya que desde ese día, él no la dejaba irse.Ella vivía ahí, preparaba el desayuno, la comida y se la llevaba a la oficina, ambos disfrutaban de un espacio que solo él destinaba para verla y convivir juntos.Eva se sentía como un pavo real, no por el hecho de quien fuese su novio y la gente lo viera, sino, por el hecho de que él la hacía sentir así, amada, respetada y valorada.Por la noche, Alejandro llegaba y preparaba la cena, ella insistía en que no lo hiciera, pero Alejandro hasta cierto punto
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