La reunión se desarrolla con ritmo constante, aunque por momentos siento que las palabras me resbalan. Todos los presentes —los desarrolladores de ambas compañías, los directivos de Valmont Innovations, Daniel, mi padre y Cassian— parecen enfocados, hablando de plazos, avances tecnológicos y estrategias de expansión. Es, sin duda, un proyecto ambicioso. Uno que puede marcar un antes y un después en nuestras empresas. Y sin embargo, a mí me cuesta mantener la concentración. Cassian está sentado al otro lado de la mesa ovalada, hablando con voz firme, cada tanto girando levemente el rostro hacia mí. No me mira directamente, pero lo siento. Siento su presencia como si estuviera a centímetros, como si aún llevara su aliento en el cuello y sus dedos marcando mi piel. Cuando alguien menciona el uso de inteligencia artificial para optimizar sistemas de logística empresarial, yo asiento con la cabeza, pero por dentro estoy atrapada en un remolino distinto. Uno en el que todavía estoy contr
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