Todos os capítulos do Enfermera Encubierta: Amada por el asesino de mi esposo: Capítulo 101 - Capítulo 108
108 chapters
Capítulo 101. El conflicto de un tirano
Para Marco Marchetti, la familia era intocable, adoraba a su hija, y su fragilidad congénita lo llevó a ser sobreprotector al extremo, tanto que tomó por Bianca todas las decisiones importantes en la vida. Cuando Bianca por su embarazo se complicó al punto de necesitar otro corazón, estaba lleno de pena, arrepentido de las medidas que tomó, sin duda que Alex hubiera hecho posible que su recuperación fuera completa y fuera atendida en su hospital era algo que había puesto a Alex en alta estima de Marco. Pero de haber muerto, quizás Alex ya fuera historia. Y aquí estaba Bianca, había planeado tener hijos con un hombre que Marco no aprobaba. Bianca trató de calmar a su padre, con su mejor cara de sufrimiento y en actitud sumisa suplicó. —Papi, puedo explicarte todo —se justificó Bianca con las palmas alzadas. Con su nerviosismo Bianca solo se hundió más, una parte de Marco esperaba que hubiera sido un error, pero ahora ella trataba de justificarlo. — ¡Entonces no lo
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Capítulo 102. Los hilos invisibles del destino
Bianca sintió el peso de las palabras de su padre, un torbellino de emociones la envolvía. No quería perder a Alex. —Ya sé lo que ocurre —dijo con la mano en el pecho y llorando a mares, al verla le partía el alma a cualquiera—. Ahora que ves a Irina, obviamente más fuerte que yo, ya no soy importante para ti, he sido desplazada. —Bianca, te adoro, eres mi tesoro, pero tú te has buscado esto. — ¡No quiero que Irina me lo quite todo! —Exclamó Bianca con los puños apretados. — ¡Eres tú quien le ha quitado a ella! Pero ya no más —zanjó Marco el tema. Bianca dio media vuelta y corrió hacia su habitación, dejando la conversación suspendida en el aire, llorando como niña que le han quitado un juguete. Marco se quedó mirándola hacia arriba hasta que escuchó la puerta del cuarto de Bianca cerrar de un golpe, su mandíbula estaba tensa. Se notaba el peso de la culpa en él. Respiró hondo antes de girarse hacia Irina. —De ahora en adelante te protegeré, quiero que sepas
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Capítulo 103. Trayendo el pasado al presente
Marco llevó a Olga a su casa. La mansión de Marco, aunque ciertamente estaba en un terreno más pequeño que la mansión Salvatore, era una enormidad llena de lujo. Marco se veía nervioso y al abrir la puerta para Olga ella quedó boquiabierta al ver un ícono de la virgen con el niño predominando el recibidor. — ¿Acaso es? —Inquirió Olga confusa. Marco afirmó con la cabeza. —Lo es. Lo mandé a robar a Nicolay. Como ves, aunque te creí muerta, una parte de mí sabía que te iba a encontrar. — ¿Por qué traerlo a Estados Unidos? Tu casa de Italia… Marco señaló la casa. —Mira esta casa, Olga. Cuando la vi la compré, porque es fiel a nuestra casa idílica. Que esté en New York, donde justamente tú estabas es… — ¿Coincidencia? —Un milagro… Olga se echó a reír sin dar crédito. — ¿No me crees? Acompañame. Marco avanzó con paso firme, guiando a Olga por los amplios pasillos de la mansión. Aunque la opulencia era evidente, algo en la disposición de cada detalle
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Capítulo 104. Los momentos son una cuestión de espacio y no de tiempo
Olga cruzó el umbral con cautela. La habitación era muy amplia, y obviamente de Marco. Estaba bañada en una luz tenue, cálida, que parecía provenir de una única lámpara colocada estratégicamente para iluminar el centro de la estancia. La pintura que había captado su atención, era muy grande, con un marco dorado y dominaba la pared frente al lecho. Era ella. Representada de una manera que nunca había imaginado, etérea y hermosa, como si el artista hubiera capturado no solo su rostro, sino también su esencia. Su cabello caía en suaves rizos ordenados, iluminado por un resplandor que parecía emanar de su propia piel. Sus ojos, llenos de vida y misterio, miraban hacia un horizonte invisible, como si estuviera soñando con un futuro que nunca llegó. Olga dio un paso adelante, incapaz de apartar la mirada. Cada pincelada parecía contar una historia, una que Marco había guardado en su corazón durante todos esos años. Pero lo que más la conmovió fue el fondo: un jardín lleno de
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Capítulo 105. Cómo se mide el valor
Alex entró a la sala privada de Bianca sin tocar y ella escondió debajo de ella una fotografía. Alex no hizo ningún comentario respecto a la foto, solo la miró. Ella estaba sentada en el sillón estilo Luis XV que era de su madre con la espalda completamente recta, recibía los tenues rayos de sol del atardecer que se filtraban por la ventana al ritmo que la brisa batía las cortinas. La atmósfera era solemne, con la música triste y nostálgica rusa que salía del aparato de sonido. —Vienes a regodearte ¿verdad? —Preguntó Bianca sin mirarlo. Alex se dejó caer en otro sillón del juego, demasiado pequeño para un hombre de su altura y complexión. —No entiendo como te gustan estas sillitas endebles, ni siquiera son cómodas. Bianca volteó el rostro y, con una mirada serena y desafiante, replicó en tono pausado: —Alex, míralo de esta manera: estas sillas en las que tantas miradas descuidadas se posan llevan en su estructura siglos de historia. A primera vista pueden parece
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Capítulo 106. Una oportunidad para hacerlo todo bien
En el camino de regreso a la Mansión Salvatore Olga veía el tráfico pasar sin atreverse a mirar a Marco, él estaba molesto con su actitud, pero determinado a tener paciencia aunque es el primero en reconocer que carece de esa virtud. Marco prescindió del chofer, no quería que nadie los interrumpiera, Olga había desarrollado sentimientos por la clase trabajadora, pero él estaba seguro que pronto al tomar el lugar a su lado, regresaría a ser la mujer de exquisitos modales. Porque si algo tenía que reconocer Marco, es que le agradaba la educación que Olga recibió en Rusia, la misma que su difunta esposa Tatiana se empeñó en darle a Bianca. Marco estacionó detrás de un árbol para quedar parcialmente ocultos. —Gracias por todo Marco —susurró de manera atropellada Olga y pensaba bajarse sin siquiera mirarlo. Marco no podía permitirlo. —Olga, ¿a dónde vas? —Preguntó tratando de ocultar su molestia con una sonrisa mientras sujetaba su brazo. —Alguien podría vernos —mus
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Capítulo 107. Conversaciones difíciles
Después de la cena Irina estuvo en la habitación de los niños, primero con Ryan y luego con Ema. Allí encontró a Alex y ya Ema estaba dormida. Irina lamentó no dormirla, pero quería darle tiempo a acostumbrarse. —Quiero que le digamos —susurró Alex. Irina lo miró con indecisión. —No puedo pensar en algo que desee más en estre mundo, pero no quiero lastimarla. Alex sonrió y jugó con un rizo de Irina fuera de su coleta. —Ya Ema te quiere. —Pero ama a Bianca, no quiero que crea que le estoy robando a su madre y me estoy poniendo en su lugar. —Puedo hablar con ella, lograré que me entienda, puedo ser muy persuasivo. Irina lo miró con una ceja alzada y él devolvió una mirada hambrienta. —Vamos a mi habitación —pidió Alex. Irina negó con la cabeza. —Esto no es tu harén Alex Salvatore. —Cariño, Harén implica tener muchas mujeres, y yo solo a ti te tengo en esta casa. Irina mordió sus labios para no sonreír, rodó los ojos más molesta con ella misma
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Capítulo 108. Las hormonas
Sábado en la mañana, no había clases, así que los niños dormían un poco más, en la cocina de la mansión Salvatore una Irina y una Olga serias y metidas en sus propios pensamientos beben una taza de café en el más incómodo silencio. Incluso Matilde ha preferido dar la excusa de tener que ir al mercado más temprano y no tener que quedarse en un entorno tan tenso. Matilde era lo más cercano a una figura materna para Alex, Olga en verdad le caía bien, entendía su posición como madre de Irina, pero sabía que Irina le hacía bien a Alex, y por eso estaba a favor. Por el bien de la amistad que había desarrollado con Olga, prefería no tocar ese tema con ella. Olga no comprendería lo feliz que ella estaba de que Irina estuviera en la vida de Alex. —Pero toma el café con nosotras antes de irte —pidió Olga—. Ya haces demasiado por esta enorme mansión, y de seguro no te lo agradecen, a los millonarios se les olvida el valor de las personas, y todo lo que no es monetario —refunfuñó r
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