Dicen que el rostro de una mujer es cambiante, pero el de un hombre puede cambiar aún más. Ayer podía llorar hasta desgarrar los cielos, y hoy parecía un tirano, con una actitud completamente dominante.Pero sin importar cuál fuera la cara que mostrara Lorenzo, ya no tenía nada que ver con ella. Mañana, después de la audiencia, ella y él quedarían completamente separados, sin reconocerse mutuamente.A un lado, viendo a la mujer alejarse con tanta frialdad, como si él fuera un extraño cualquiera, Lorenzo, que había pasado por la desilusión completa y se había vuelto despiadado, finalmente comenzó a mostrar grietas en su expresión.Aún no podía ser tan sereno y decidido como Marisela. Apretó los puños, siguiéndola con la mirada.¡Qué cruel, Marisela, qué cruel eres!Lo había usado y después de conseguir lo que quería le daba la espalda, ¡era verdaderamente la mujer más fría e implacable del mundo!Esa mirada feroz y penetrante parecía tener garfios, capaz de atravesar invisiblemente la m
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