Berlín, AlemaniaEmiliaEl sonido del despertador me arrastra fuera del sueño como si emergiera de un lago helado. Abro los ojos poco a poco, parpadeando contra la luz tenue que se cuela por las cortinas del apartamento.Estoy sola. El espacio a mi lado en la cama está vacío, intacto, como si nadie hubiese estado allí jamás. La sensación de calor se ha desvanecido, pero algo persiste. El aroma.Ese aroma familiar, ese rastro de Viktor que parece haber quedado impregnado en las sábanas, en el aire mismo. Cierro los ojos por un segundo, respirándolo hondo, memorizándolo, grabándolo a fuego dentro de mí antes de que desaparezca. Un nudo se forma en mi garganta. No fue real. Nunca fue real.Solo fue mi mente, aferrándose a un recuerdo, a un deseo que ya no me pertenece.Con pesar, me obligo a moverme. Me levanto, arrastrando los pies hasta el baño, donde el reflejo en el espejo me devuelve una imagen que apenas reconozco: ojos hinchados, rostro pálido, ojeras marcadas.—Un desastre —murmu
Leer más