Marcela acabaría con Victoria cuanto antes; la odiaba por ser una pobretona levantada, hija de una bailarina y de su cuñado, Antonio, un hombre importante en los negocios internacionales y con mucho dinero. Aquella mujer, la amante de Antonio, junto con su hija, había destruido la vida perfecta de él y de su familia, los Caballero.Marcela no permitiría que Victoria siguiera en su casa ni en la vida de sus hijos.—¿Qué desgracia estamos pagando, para que una mujer logre que mis dos hijos se odien? —se repetía con amargura, sintiendo cómo la rabia le ardía en el pecho. Todo estaba perfectamente planeado para echarla. Pero eso sí: no dejaría que se llevara a las niñas. Para Marcela, esa mujer no era digna de ser la madre de sus nietas. Su plan no podía fallar, y contaba con el aliado perfecto para ejecutarlo.Después de una discusión con Victoria y Andrés, Marcela burló la seguridad de su residencia y llegó al hospital psiquiátrico a las afueras de la ciudad. Su coche fue reconocido po
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