Capítulo 151 Los fantasmas de su pasado.La lluvia caía con desgano, una llovizna persistente que calaba los huesos sin necesidad de violencia. Camila caminaba bajo su abrigo empapado, sin paraguas, sin dirección precisa. El video no dejaba de reproducirse en su mente. El rostro de Anthony, su voz distorsionada por la grabación, las palabras dichas con esa calma retorcida."¿En serio creíste que yo no volvería?"Llevaba horas llamando a Tony. Había probado con mensajes, correos cifrados, hasta una red alternativa que sólo ellos conocían. Nada. El silencio era absoluto. El miedo empezó como una molestia en la base del cuello y se fue extendiendo por la espalda, como si su piel reconociera el patrón de algo que ya había vivido.Pasó frente a una tienda de telefonía y entró sin pensarlo. El vendedor la miró con curiosidad: traía el cabello mojado, las ojeras marcadas y una mirada de animal acorralado.—¿Puedo ayudarla?—Necesito un celular. Uno básico. Sin GPS, sin cuenta asociada, sin

Capítulo 153Distancias que duelen IIEl alba se filtraba a través de los cristales empañados de la pequeña casa de campo, tiñendo las cortinas de un gris pálido. Leonard permanecía sentado en el borde de la cama destendida, los hombros curvados hacia adelante, con la mirada clavada en sus pies descalzos apoyados sobre el suelo frío. La madera crujía bajo su peso, y cada crujido resonaba en el silencio como un latido sordo. Su barba, dos días de descuido, le picaba el rostro al rozar la camisa remangada que apenas sujetaba su torso. La falta de sueño había marcado sus ojos con ojeras profundas, cortadas por finas venas violeta.Aquel cuarto, apenas amueblado con lo imprescindible —una mesa de roble, una silla vieja, un viejo armario de puertas chirriantes—, se había vuelto su mundo entero desde que decidió alejarse de la mansión. Afuera, el viento agitaba las copas de los pinos, y el olor de la hierba húmeda tras la lluvia nocturna se colaba por la rendija de la ventana. Pero ni e

Capítulo 155El amor me salvó. Alessia miraba fijamente a Leonard cuando la llevaba en sus brazos hasta la habitación. Depositando su cuerpo húmedo con cuidado sobre las sábanas blancas.Ella sonrió y él la besó en sus labios, su cuello deslizándose por sus clavículas por el medio de sus senos. Tomando uno de ellos y llevándoselo a la boca con deseo. Sintiendo una pasión desbordante. —No quiero a un hombre sin errores. Te quiero a ti con tus grietas, con tus demonios, incluso con tus silencios—susurró ella mientras la excitación le hacía erguir la espalda—. Porque sé quién eres, aunque tú lo hayas olvidado por un tiempo.Leonard bajó la mirada. Le temblaban las manos, y por un instante deseó tener la fuerza de romper a llorar, pero ni eso podía. Tenía el alma rota. Sin embargo, lo que Alessia decía se abría paso como una llama tibia entre los escombros.—¿Y si no puedo volver? —susurró—. ¿Y si ya no sé cómo hacerlo?Alessia levantó la cabeza, apretándole el cabello con fuerza, con l

Capítulo 157Jugando con sus emociones. La noche en Manhattan parecía respirar con un murmullo sordo. Camila avanzaba con paso decidido por una acera de la ciudad, cada tacón resonando sobre el pavimento como un metrónomo acelerado. Su chaqueta de cuero negro le rozaba la piel, y el bolso colgaba de su brazo como una promesa de refugio y secreto.Había decidido que era hora de actuar. Durante semanas, los movimientos de Leonard y Alessia habían sido un rompecabezas que ella se encargó de reconstruir pieza a pieza: las cámaras de seguridad, los seguimientos discretos, las filtraciones desde dentro. Ahora se preparaba para dar el golpe definitivo. Tenía que reunirse con Bruno en un pequeño bistró de la calle 75, donde, según le habían asegurado, la esperaría con las pruebas listas para hundir su reputación.Pero justo cuando dobló la esquina de Lexington —entre escaparates de alta costura y cafés 24 horas—, sintió un escalofrío recorrerle la nuca. Allí, al otro extremo de la calle, ap

Capítulo 159 Juntos, a pesar de la tormenta. Cuando el periodista Bruno Gandhi salió de la mansión Blackmond, el portazo resonó en el pasillo, el eco pareció arrastrar consigo los últimos vestigios de tensión que aún flotaban en el aire. Leonard se giró hacia Alessia con el rostro aún henchido por la intensidad de la entrevista, aquel examen implacable al que los había sometido el periodista. El silencio cobró forma y se extendió entre ellos como un abismo a punto de devorarlos.Leonard dio un paso en su dirección y extendió los brazos para abrazarla, buscando refugio en la calidez de su cuerpo.—Alessia… —susurró.Pero ella retrocedió apenas un paso y bajó la mirada, como si llevara grabada en la piel la cicatriz de la foto que acababa de ver. En su mano temblorosa asomaba aún el recorte: la imagen en la que Leonard aparecía junto a Camila, besándose con una intimidad que lo traicionaba.Él la siguió con la mirada, torciendo los labios en un gesto de súplica:—Por favor, ven…Ella