CAPÍTULO 21: ¡CRISTEL NO ES SU MUJER!Dos horas más tarde, Yaroslav salió de la habitación. Cerró la puerta detrás de sí con un suspiro largo, como si la calma en su pecho fuera solo una ilusión que se esfumaba al instante.Su mano se deslizó por su cabello oscuro despeinado mientras caminaba hacia el ventanal del pasillo de la cabaña. Sacó su teléfono, marcó rápido y llevó el aparato al oído, tensando la mandíbula.—¿Qué tienes para mí? —murmuró en voz baja.Del otro lado, su abogado, uno de los hombres más influyentes de Chicago, comenzó a hablar con tono rápido y preciso.Le informaba que ya estaba moviendo sus contactos para empezar a buscar pruebas que incriminaran a Brandon Barrett, para exponer sus manejos sucios, su red de contactos en las altas esferas.Mientras Yaro escuchaba, sus ojos se entrecerraron, oscureciendose más de lo habitual. El hombre colgó con un último requerido:—Cuando tengas algo relevante me llamas de inmediato, es necesario que nos muevamos rápido.Yaro e

CAPÍTULO 23: ¿QUIEN… ERES?—¿Cristel? —La voz de Yaroslav salió baja, incrédula, pero cargada de una tensión que le heló el pecho.Ella parpadeó otra vez. Sus pupilas vagaban sin dirección, como si su mente estuviera todavía atrapada en algún rincón oscuro del que no sabía cómo volver. Su frente se frunció ligeramente y un temblor sutil le recorrió los labios antes de intentar hablar de nuevo.—Ala…na… —repitió, aún más débil, como si el nombre se deshiciera en su boca al tocar el aire.Yaroslav se acercó sin pensarlo, sentándose al borde de la cama. La observó con detenimiento, con esa mezcla de alivio y angustia que solo se sentía cuando alguien que amas regresa de un lugar demasiado lejano.—¿Quién es Alana? —preguntó con voz grave, intentando sonar sereno, pero por dentro estaba al borde.Cristel no respondió. Solo volvió a cerrar los ojos, como si aquel simple esfuerzo la hubiese agotado por completo. Pero sus pestañas temblaban, y su respiración se tornó irregular. No estaba dor

CAPÍTULO 25: PROMESACristel lo miró en silencio, con los ojos abiertos y húmedos, como si esas palabras hubieran sido la única cuerda a la que podía aferrarse para no hundirse. Pero aún así, su respiración continuaba agitada, el temblor en su cuerpo no cedía, y sus labios se entreabrieron con una súplica que no necesitaba voz.—No quiero esperar… —susurró, apenas un hilo de aire—. No puedo quedarme aquí quieta… no sabiendo que mi hija está desprotegida allá afuera…Yaroslav inhaló hondo, cerrando los ojos apenas un instante y conteniendo la tormenta que le rugía dentro. Se inclinó hacia ella, su rostro quedó a escasos centímetros del suyo.—Preciosa… escucha bien. No vas a moverte de aquí —su voz grave era firme, pero baja, había una mezcla de protección y autoridad en sus palabras—. No puedo permitir que tú vuelvas a estar en peligro. Aparte tu cuerpo ocupa descansar. Cristel desvió la mirada, apretando los labios. Al haber escuchado que la llamó "preciosa", eso la dejó sorprendida

CAPÍTULO 27: MOMENTO DE ESCAPAREN LA CABAÑA, CHICAGO.Cristel no había podido descansar, ni siquiera lo intentó. Se había levantado en cuanto los pasos de Yaroslav se desvanecieron, arrastrándose hasta la ventana para verlo partir, ignorando el dolor punzante cerca del vientre donde la herida aún latía y estaba recién cosida. El miedo le helaba las venas, pero no por su propio estado, sino por su hija... y, aunque no lo entendía del todo, también por él.Eso la confundía. ¿Por qué le importaba la suerte de un hombre al que apenas había visto un par de veces?Sabía lo que Brandon podía hacerle. Aunque nunca había conocido la verdadera crueldad de su esposo, algo en su instinto le gritaba que ese hombre ya no era —o quizá nunca había sido— la persona que ella creyó haber conocido. Brandon jamás fue el esposo perfecto; frío, distante, incapaz de darle un mínimo de afecto en privado, aunque frente a otros se transformaba en el marido devoto. Una completa máscara perfecta era la que usaba

CAPITULO 29: BÚSQUEDA Yaroslav tenía el teléfono apretado contra su oído, la mandíbula tensa y los ojos fijos en el paisaje que se deslizaba fuera de la ventana del auto. Su jet había aterrizado pocos minutos atrás y ahora estaba de camino hacia la cabaña. No podía estar concentrado, menos ahora que su atención estaba en aquella llamada.Había llamado a Bogdan desde que bajó del jet, quería saber si tenían noticias sobre Cristel.—¿La encontraron? ¿O por lo menos hallaron algún rastro que haya dejado en el camino?El corazón de Yaroslav latía con fuerza desenfrenada, aunque su expresión era seria. Se volvió hacia la ventanilla, viendo cómo el paisaje se desvanecía, como si la noche se burlara de él, ocultándole a quien más ansiaba encontrar. Afortunadamente, su chofer era el que conducía. Si hubiese sido él quien fuera detrás del volante, ya hubiese llegado a su destino porque hubiera pisado el acelerador hasta el fondo, jugándose la vida sin pensarlo dos veces.De hecho, antes de ac