En su cabeza, Perla se reprochaba una y otra vez.—¿Por qué demonios no usé tacones hoy? ¡Le habría destrozado la entrepierna de una buena patada!En el barrio Las Palmas, Marina ya estaba lista y bajaba las escaleras para su cita con Ricardo.Andi, con su ojo de halcón, la vio arreglada y guapa, y corrió a detenerla.—¿Tía, vas a salir con el tío Ricardo? ¿Puedo ir con ustedes un ratito?Orión, que estaba cerca, también la miró con ojitos brillantes, esperando que dijera que sí.—Vaya, Andi, qué rápido te acostumbraste. ¿Ya le dices “tío” a Ricardo? —comentó Álvaro mientras se acercaba, mirando con desaprobación la ropa de Marina.—¿Y tú vas a salir de noche con Ricardo vestida así? ¡Con falda corta y todo! ¿No sabes que una mujer debe ser discreta y de casa?—¡Más te vale que subas y te pongas un pantalón largo ahora mismo!—¡No tengo, imbécil! —replicó Marina, alzando la barbilla con terquedad. No le tenía miedo, y mucho menos en pleno verano, cuando no tenía ni un solo pantalón lar
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