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Todos los capítulos de Me casé con el comandante: Capítulo 121 - Capítulo 129
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Capítulo 121
SEIKCaminé detrás de mi padre, con cinco de nuestros guerreros flanqueándonos mientras avanzábamos por el pasillo que conducía a la sala de reuniones. Cada paso retumbaba con una tensión espesa. Ambos sabíamos que esto no sería una charla cordial; era el momento de poner las cartas sobre la mesa.Mi lobo estaba inquieto, en guardia. Este lugar no le gustaba. A mí, mucho menos.Lucciano, el Alfa de Luna Menguante, nos recibió con una sonrisa que no le alcanzaba los ojos. A su derecha, su hijo se sentaba con los brazos cruzados, escupiendo arrogancia por cada poro. Mientras tomábamos asiento, mis ojos se fijaron en los guardias y guerreros a los costados del salón. No reconocía a ninguno de ellos. No llevaban ningún símbolo de la manada. Sus ojos eran fríos, demasiado oscuros. Y su postura… no era un lobo entrenado. Su olor me resultaba familiar. Áspero. Irregular. Se asemejaba demasiado al de los Rogues.—Bienvenidos a Luna Menguante —dijo Lucciano con una sonrisa falsa—. Qué sorpre
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Capítulo 122
SEIKUn silencio sepulcral cayó sobre la sala.El vampiro dio un par de pasos más, lentos, como si el tiempo mismo se encogiera ante su presencia. Sus botas no hacían ruido, pero su aura lo llenaba todo: pesada, fría, sofocante. Su mirada se detuvo en el cuerpo sin vida de Lucciano, aún con los ojos abiertos, desorbitados por la muerte.—Oh, vaya… —murmuró el vampiro con voz sedosa, dejando que la ironía se deslizara como veneno—. Parece que no todos están disfrutando de esta fiesta... Loren soltó una carcajada baja, casi divertida, mientras se cruzaba de brazos.—No importa.– dijo sin un atisbo de remordimiento—. Yo soy el nuevo Alfa ahora. Cornelio enarcó una ceja, divertido, como si observara a un cachorro jugando con fuego. Paseó la mirada por los asistentes: soldados heridos, cuerpos de rogues, polvo, sangre… caos. Nadie se atrevía a moverse. Nadie osaba respirar más fuerte de la cuenta.Lo observé con los músculos tensos, cada fibra de mi cuerpo lista para la batalla… y al mism
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Capítulo 123
ARIADesperté de golpe, con el sonido de gritos a mi alrededor: los de Jasper y Kiro, pero entre ellos también se colaba la voz angustiada de mi madre.El aire estaba pesado, denso… y el dolor me invadió como una oleada. Mis ojos luchaban por abrirse, pero no pude evitar gemir al intentarlo. Fue entonces cuando lo ví.Seik estaba a mi lado, su rostro lleno de angustia. La expresión que le cruzó el rostro al verme fue algo que nunca había visto en él: una mexcla de sufrimiento, desesperación y una tristeza que no se podía ocultar. Era como si hubiera tenido miedo de perderme.Intenté moverme, pero mi cuerpo estaba tan pesado, tan débil...que cuando me incorporé, quizás demasiado rápido, sentí que el mundo comenzaba a girar, pero algo me empujó a sentarme, a reaccionar. Antes de que pudiera darme cuenta, me encontré abrazando a Seik con una desesperación que no podía controlar. Era como si al tocarlo, al sentir su presencia, mi cuerpo entendiera que estaba a salvo.—Creía que te perdí
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Capítulo 124
ROBERTOGema es la traidora.Todo encaja como un maldito rompecabezas.Seik me encargó descubrir al traidor, y la primera que me vino a la mente fue ella: la loba solitaria.Jugó muy bien sus cartas con el resto de la manada, especialmente con los machos. Aunque sospeché de ella desde el principio, no podía acusarla sin pruebas. Al principio ni siquiera se lo mencioné a Seik… y eso que él es como un hermano para mí.Después de más de un mes de investigaciones, por fin tengo pruebas sólidas. Todo indica que fue ella quien facilitó la entrada de los Rogues por el norte del territorio. Y eso, a pesar de que esa zona está vigilada por centinelas y protegida por rondas constantes de patrullaje que nuestros soldado realizan día y noche.Estoy seguro de que estudió los turnos con precisión, que los vigiló detenidamente hasta memorizar cada cambio. Y que se ganó la confianza de algún macho, manipulándolo para sacarle información… no solo sobre los movimientos de los centinelas, sino también
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Capítulo 125
ROBERTO Estaba revisando los últimos reportes en el despacho cuando golpearon la puerta con urgencia. —¿Qué pasa? —pregunté sin levantar la vista. Un soldado entró, agitado. —La loba solitaria…Está intentando huir. Acaba de cruzar el sector oeste. Chasqueé la lengua. Me puse de pie de inmediato. —Preparen a los hombres. Vamos por ella. Que flanqueen por ambos lados. No puede salir del territorio. Salí del despacho y me transformé en cuanto crucé la puerta principal de la mansión. El lobo dentro de mí rugía, listo para la persecución. Mis patas golpearon la tierra con fuerza, atravesando el bosque con una sola idea en mente: no se escapa. La localizamos rápido. Corría con desesperación, su forma de loba plateada resplandecía bajo la luz de la luna. No paraba de mirar atrás, sin saber que ya la teníamos rodeada. Di la orden con un simple aullido. Mis hombres se movieron como una extensión de mi voluntad. Uno salió por la izquierda, otro por la derecha. Yo la enfrenté de fre
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Capítulo 126
ROBERTOToqué dos veces la puerta antes de abrir con cuidado. La habitación estaba en penumbra, apenas iluminada por la luz de una pequeña lámpara de la mesilla.—¿Melia? —llamé en voz baja.Ella estaba en la cama, recostada de lado, con la manta subida hasta la barbilla. Al oír mi voz, se giró lentamente, frunciendo el ceño.—¿Qué haces aquí? —susurró, con una mezcla de enfado y sorpresa.—Me dijeron que no te sentías bien —respondí, cerrando la puerta tras de mí. Caminé hasta el borde de la cama y me senté con cuidado, sin tocarla—. Solo quería ver cómo estabas.—No necesito una niñera —refunfuñó, pero no hizo el menor intento por echarme. Sus ojos estaban cansados aunque intentaba disimularlo.Así actuaba cuando quería hacerse la fuerte…No dije nada. A veces el silencio es más útil que cualquier palabra torpe.Pasaron unos segundos antes de que suspirara hondo.—Es raro que no digas nada —comentó, ladeando un poco la cabeza para mirarme—. Siempre tienes alguna broma pesada o comen
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Capítulo 127
ROBERTO—Un indulto. —¿Crees que vamos a permitir que te vayas al bando contrario y nos hagas la vida más difícil? —dije, enarcando una ceja con evidente desdén. —Estoy segura de que esta información es muy valiosa para el alfa… —respondió ella, enroscando un mechón de su pelo entre los dedos con aire confiado. —Digamos que te concedemos el indulto… pero sólo cuando la amenaza que nos acecha se disipe. Entonces, tendrás que marcharte. Exiliada. Sin vuelta atrás… ¿lo aceptarías? —Sí, ¿no lo ves? Estoy haciendo una apuesta. Si esa amenaza llega… moriremos todos. Yo incluida. Pero si lograis vencerla… entonces yo obtendré mi libertad.Roberto entrecerró los ojos, en silencio por un par de segundos antes de hablar con voz grave: —Eso lo tiene que decidir el alfa. Pronto recibirás una respuesta…***Mientras me dirigía a mi dormitorio, los ecos de la conversación con Gema no dejaban de resonar en mi cabeza. Aunque esa mujer jugaba con cada palabra, burlona y calculadora, la información
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Capítulo 128
ROBERTONo sé si estoy en el cielo o en el infierno.—Vete—le digo con un tono autoritario—. Vete ahora mismo o no respondo…Ella me observa fijamente, sus ojos clavados en los míos. Después de unos segundos, su mirada baja lentamente hacia mi entrepierna. Una leve mueca de satisfacción cruza su rostro, y, sin decir una palabra, levanta la mirada para encontrarse con la mía nuevamente.—No voy a irme… de hecho —sus ojos bajan de nuevo hacia mi entrepierna—, tu cuerpo tampoco quiere que me vaya, ¿verdad?Un impulso me lleva a acercarme a ella, con la intención de alejarla, de poner distancia entre los dos. Pero, antes de que pueda reaccionar, me agarra por el cuello de la camisa y me atrae hacia abajo, hacia ella.Su respiración es pesada, y en un instante, sus labios se encuentran con los míos. Al principio no lo esperaba, pero mi cuerpo reacciona por sí solo, siguiendo el ritmo de su beso. Nuestros labios se acarian con anhelo y nuestras lenguas se abrazan con desperación.Ella se s
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Capítulo 129
MELIA Estoy en su merced, y él lo sabe. Claro que lo sabe… Mi cuerpo dejó de pertenecerme en el momento que dijo que si lo acepto, me reclamaría ante la manada. Y eso, en el mundo en el que vivimos no es cualquier cosa, podría significar la muerte. Todas las barreras que había levantado contra él se desmoronaron, y entendí que no puedo soportar ni un minuto más lejos de él. Estoy completamente enamorada de él, hasta los huesos. Siempre lo he estado. A veces lograba disimularlo mejor que otras, pero en el fondo, era imposible ocultarlo del todo. Él nunca me ha tocado ni me ha dicho abiertamente que sentía algo por mí... pero ambos lo sabíamos. Nunca le he confesado nada, por culpa de mi condición: las pesadillas, las alucinaciones, los ataques de pánico... No quería cargarlo con la responsabilidad de alguien roto como yo… Pero esta noche soy suya. Me toma en brazos para llevarme a la cama, y por un instante siento que estoy en el cielo… —Princesita…eres muy pequeña, puedo hacer
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