― ¿Qué? ¿Qué te pasa? ――Es sólo que… ¿el alfa no recuperó su título? ―preguntó la loba ―Si ahora es el príncipe de Arcadia, entonces… ――Él no podrá quedarse aquí… ―murmuró el lobo ―La realeza debe vivir en Arcadia por su propia seguridad ――Eso significa que… ¿todos volverán a Arcadia después del festival? ――Supongo… ――Oh, vamos, el alfa no nos abandonaría, no después de todo lo que hemos pasado ―dijo otro, aunque no se veía muy convencido de sus palabras―Pero… ¿no dijo el delta Wyatt que el alfa se convertiría en rey? ―preguntó la loba―Sí que lo dijo… ――Entonces sí que se irá ―murmuró el lobo con tristeza― ¿Qué pasará con nosotros? ¿También iremos a Arcadia? ―― ¿Dices que Loto de Luna desaparecerá? ――Bueno…sí el alfa se convertirá en rey y Anna en reina, ¿qué nos queda? ――No podemos esperar a que el joven Ares crezca… ――Tienes razón… ――Entonces… ¿Qué pasará con nosotros? ―Como si la misma conversación se hubiese sostenido en todas las mesas, los murmullos y los gestos p

Ante las palabras de Arioch, Alastor no pudo evitar mostrarse sorprendido, sin embargo, al ver la decisión en los ojos de sus dos tíos, pronto una sonrisa comprensiva se dibujó en su rostro.―Entonces… ¿Han tomado una decisión? ―preguntó con calma―Sí ―respondieron ambos con seguridad―Yo… la verdad es que necesito algo de tiempo lejos de Arcadia ―admitió Arioch con un tinte de tristeza en su voz ―Hay cosas que necesito superar y sé que sólo lo lograré estando lejos de la isla. Es por eso por lo que, si tu gente me acepta, me gustaría unirme a esta manada y cumplir aquí con la condena que el sagrado consejo me impuso ―― ¿Qué dicen? ―preguntó Alastor mirando a su gente ― ¿Puede quedarse? ―― ¡Claro que sí! ―respondió un lobo ―Nuestras manadas siempre se han caracterizado por dar segundas oportunidades a todo aquel que lo pida ¿verdad, gente?― ¡Sí! ―exclamaron varios lobos a la vez―Además, ahora que POR FIN nos unimos, esa oportunidad se tiene que duplicar ―señaló un lobo utilizando

Ante la intervención de Bastián, los murmullos y las bajas conversaciones desaparecieron al instante.― ¿Perdón? ―preguntó Arsen con el ceño fruncido ―Padre, ¿qué acaso mamá y tú no iban a…? ――A vivir en Arcadia, sí ―respondió Bastián con un gesto despreocupado ―Y lo haremos en un futuro, igual que ustedes y nuestra princesa ――Pero… ――Nuestros planes no cambiarán completamente hijo ―intervino Petra ―Seguiremos con la construcción de nuestra villa, sólo retrasaremos nuestra mudanza. La verdad es que queremos más tiempo en familia ――Ahora que la ley que nos orillaba a mantenernos en el anonimato se ha anulado, queremos disfrutar de nuestra bella familia, sobre todo, de aquellos que estuvieron lejos ―dijo Bastián mirando a Anna con nada más que cariñoConmovida, Anna asintió y no tardó en ir a refugiarse en los brazos de Bastián cuando este finalmente se acercó al atril.―Gracias por quedarse ―murmuró Anna―Aún tenemos mucho que compartir princesita ―le susurró Bastián― ¿Y qué hay d

Más tarde aquella noche, cuando los platos estuvieron vacíos y los vasos llenos, Rafael se levantó de su mesa, se acercó a su equipo de sonido y comenzó con su trabajo de animador.Ante el cambio de actitud del lobo, los soldados que habían luchado a su lado en la guerra de Arcadia se mostraron sorprendidos, pues el Rafael frente a ellos, no tenía nada que ver con el lobo cruel y despiadado que había despedazado a sus enemigos sin piedad alguna en el campo de batalla.Por otro lado, los que ya lo conocían, se mostraban encantados, pues que Rafael se mostrara animado y apacible, daba la sensación de que nada malo podía pasar aquella noche.―Y es por eso ―dijo tras una breve charla que despertó los ánimos de absolutamente todos los presentes ―Que esta noche me siento honrado de volver a presentar a nuestro cuarteto favorito ―dijo señalando el pequeño escenario a su lado ――Siento que han pasado siglos desde la última vez que los vi actuar a los cuatro ―dijo una joven con evidente emoció

No muy lejos de la parte trasera de la cabaña, a unos cuantos pasos de la puerta que llevaba a la cocina, Rebecca Webber forcejeaba con Alastor.― ¡Alfa! ―volvió a gritar Lysander antes de correr en dirección de ambos, Dante por su parte tardó en reaccionarY es que, frente a los ojos del joven alfa, la traición se había materializado con Rebecca intentando hundir la espada en el pecho de Alastor. Al menos, desde la lejanía, eso era lo que parecía.― ¡Dante! ―rugió Lysander de repenteSaliendo de su estupor con una sacudida de su cabeza, Dante corrió a toda velocidad hacia ellos con Damon rugiendo en su interior y el corazón en la garganta, sin embargo, conforme se acercaba, el olor a la carne quemada, los quejidos de Alastor y las súplicas de la mujer comenzaban a contar otra historia.―Suéltala Alastor, por favor ―rogaba Rebecca con la voz temblorosa ―Te está lastimando ――Debo resistir ―jadeó Alastor ―Pude sostenerla antes … ―― ¡Ahora es diferente! ―exclamó Rebecca aterrada ― Por