—Adriana, ¿estas bien, no deberías estar aquí sola?La voz femenina detrás de ella sonaba dulce y delicada. Adriana se giró y, como esperaba, vio a Renata acercándose. —¿Tú también viniste sola? —preguntó. —Mi papá me trajo —respondió Renata. Adriana parpadeó. Parece que Dante también tenía una relación cercana con Vittorio. —¿Has estado llorando? Creo que tienes los ojos hinchados —dijo Renata, mirándola con atención. —Pase una mala noche, eso es todo. Adriana respondió con indiferencia. Parecía que su actuación había funcionado. Luego, fingió preocupación. —¿Se me corrió el maquillaje? Perdón, voy un momento al baño. —Te acompaño —dijo Renata, caminando tras ella. Mientras tanto, en la entrada de la mansión de la familia Bruges, José estaba hablando con Alessio, un empresario con quien Grupo Financiero Torres acababa de cerrar un trato. Se suponía que hoy en la fiesta revisarían el borrador del contrato, pero Rafael no lo había traído. Por eso, hace un momento, J
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