Justo en ese instante, Álvaro abrió los ojos en el mundo real.—Señor Álvaro, ¿está despierto? —exclamó la enfermera asignada a su cuidado, quien de inmediato dio la voz de alarma.En cuestión de minutos, los primeros en llegar a su cama fueron Carmen y Oliver, con lágrimas en los ojos.—Alvi, cariño, todo está bien. La cirugía fue un éxito; perdiste demasiada sangre, pero con reposo vas a recuperarte. No te angusties, tu abuelo y yo estamos aquí —le consoló Carmen, conmovida.Álvaro respiraba con gran dificultad, pero dirigió la mirada hacia ella y murmuró con esfuerzo:—Ga… bri… e… la.Al oír el nombre de Gabriela, a Carmen se le encogió el corazón y sus lágrimas volvieron a brotar.—Ella quiso matarte, ¿por qué sigues preocupándote tanto por ella? —soltó con voz quebrada.Oliver dejó escapar un suspiro. Ante la inquietud de Álvaro, se apresuró a añadir:—Ella está bien, ni un rasguño en su cuerpo —aseguró con un tono que buscaba tranquilizarlo.Solo entonces Álvaro pareció relajarse
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